Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

sábado, 26 de octubre de 2013

I Hiru Mugak

Mendi Lasterketa, Carrera de Montaña.  Primera edición y la Federación Navarra la ha elegido para el Campeonato Navarro de Carreras por Montaña.  No ha sido mala idea a juzgar por la buena organización y el magnífico recorrido que nos ha llevado por las pistas y senderos de la siempre poco conocida Sierra de Alaitz. Cuando hablamos de montes y bosques de Navarra, la mayoría pensamos en  Urbasa y Aralar, en los montes del Baztán, Quinto Real, Irati, Belagua... y muy pocas veces hablamos de la Sierra de Alaitz, tan visible desde la capital navarra, cosida por molinos arriba y comida por las canteras en sus laderas, rodeada de carreteras, autopistas y además por el Canal de Navarra... ¡¡Pobre Sierra de Alatiz!!

 ¿Pobre? Nada de eso, venir y "perderos" por sus senderos dentro de bosques de encinas, robles y hayas,  por los sombríos pasillos de boj y ganar altura hasta asomar a los altos y  admirar un horizonte de montañas y valles, pueblos y caminos...  Comprobaréis una riqueza natural a la altura de espacios con mucha más fama y renombre,  pero en pocos sitios tan cercanos os parecerá estar tan lejos.

No tenía nada claro participar en esta prueba porque desde Guara venía arrastrando molestias en la rodilla derecha. Cómo sería la cosa que la semana anterior no salí a correr un sólo día, cambiando mis rutinas corricolaris por la bicicleta y la máquina elíptica del gimnasio. Gracias a eso llegué al Sábado 26 de octubre y me levanté dispuesto a correr esta última prueba del calendario navarro de carreras de montaña.

Antes pasé a recoger a Tedy Garzón a quien felicité por sus últimas hazañas: tercer puesto en la Subida a la Cruz -Galdames-, a menos de un minuto del campeón Ionut Zinca ¡¡no está nada mal!!  Así habla que te habla de carreras y carreras llegamos en un bolero a Untzué, donde la organización nos indicó el aparcamiento en un prado próximo al pueblo. Al bajar del coche los dos miramos a la Peña encima nuestra, porque la excursión que nos tenían preparada pasaba por ella, era la última tachuela a dos kilómetros de la meta ¡¡ay que daño nos iba a hacer!!

Público en la cima de la Peña de Untzué
(foto de Ainara Landa)

Txurregis, Adi-Ikes, Celigüetas de Zizur, Humiclimas,  Manttales de Bera, amarillos de Peralta y muchas camisetas más entre las dos pruebas: la popular de 15 kmts y la oficial de 21,5 kmts.  Con el amarillo de Celigüeta estamos Miguel, David y servidor. Nos hacemos una foto con Salgado el veterano de Altsasua, ¡qué tío! después del verano a tope que se ha metido con ultras y pruebas de todas clases aquí está , más pincho que un ajo y dispuesto a correr como si tuviera las patas de un chaval de 15 años. Me sacará casi 20 minutos... También saludo a Txus Unsión, otro veterano de los grandes, ha venido con una costilla rota fruto de una mala caída.  Por eso será que sólo me sacó 10 minutos en meta...  Mucha gente, unos 250 corredores entre las dos pruebas.

Miguel, Salgado, David y Beltxun
Aunque el cielo está muy cerrado y deja escapar algunas gotas, la temperatura es más bien alta para la fecha, correré en tirantes y no pasaré gota de frío.  Salimos a las 9:30, primero un poco para arriba y enseguida para abajo, dejando el pueblo detrás nuestra para meternos por un estrecho valle que por detrás de la Peña de Untzué nos adentra en la montaña, en la Sierra de Alaitz.  He salido bastante atrás y aún así me adelantan muchos corredores -será que van a la corta-, pienso para consolarme.  Pero lo cierto es que me cuesta mantener un ritmo que hacía días no cogía, uf, uf...

Tras cuatro kmts de pista cogemos un sendero y podemos decir que es cuando empieza la prueba: cuestas durillas que subimos andando que alternan con cortos llaneos y buenas bajadas donde nos lanzamos cada uno según quiere arriesgar.  Muchos rincones bonitos, casi siempre dentro de la espesura del bosque.

Después de un largo descenso nos vemos corriendo por el Valle de Elorz, por encima de Gerendiain. Enfrente nuestra la Sierra de Tajonar y hacia el Oeste el Perdón-Erreniega. Hemos pasado al otro lado de Alaitz y ahora tocar volver ¡¡y subir!!  Buenas sensaciones subiendo: no dejo de alcanzar corredores y eso siempre anima. Iré un rato con Martín Tirapu, que sin bajar el ritmo me señalará algunas setas que asoman junto al sendero. Si llevara una cesta no dudo que las cogería ¡menudo pájaro! hoy acabará doblemente contento porque su hijo, Javier, hará un magnífico tercer puesto.


El recorrido es muy ameno y variado: atravesamos claros en el bosque para volver a entrar en la oscuridad de los árboles en varias ocasiones, bajamos por una larga pista con piso irregular donde hay que poner los cinco sentidos para no darte un tortazo y sin darnos cuenta (casi sin darnos cuenta) llegamos al kilómetro 18 de la carrera, al pie de la Peña de Untzué. Un vaso de acuarius, un cacho de plátano y para arriba. Sigo fuerte y continúo pillando corredores, adelanto a Pinillos -Humiclima- y le pregunto si le pasa algo porque normalmente anda en los primeros puestos. - ¡No he pegado golpe en todo el Verano!- me dice, - y como además he salido fuerte ahora me toca pagarlo -.  Bueno, en esta última subida lo pagamos todos, porque con los kilómetros que llevamos y lo escarpado del terreno...  Llegamos arriba como zombies ¡madre mía!



Mi tiempo en meta: 02:50:44, clasificaciones aquí.   Algunas fotos mías y prestadas aquí.

Una carrera preciosa, bien marcada -aunque algunos de los primeros tuvieron algún despiste-, y sobre todo muy interesante para, junto con la Media Maratón de la Higa de Monreal, conocer estas montañas que como ya he dicho antes, tenemos bien cerca de casa.

Si queréis otra visión de la carrera también podéis asomar al blog de Christian Pau que participó en la popular y lo cuenta mucho mejor que yo.


La carrera en mi Garmin



martes, 8 de octubre de 2013

Ultra Trail Guara Somontano, V Edición.

Somos más de 200 locos los que nos apretamos bajo el arco de salida a las puertas de esta preciosa villa medieval que es Alquézar. La Colegiata domina el apretado conjunto de casas que se asoman al vacío sobre el río Vero, que allá abajo, muy abajo, discurre por el fondo de un barranco que desde aquí sólo adivinamos y por el que muy pronto iremos corriendo.

¿Quieres leerlo con música?  Mi hijo que es un artista ha 
compuesto la banda sonora de mi Ultra Trail Guara Somontano


Pasan quizás 10 minutos de las 8:30 cuando el cohete anuncia la salida y echamos a correr. El control de material y dorsales ha retrasado un poco la salida, pero nos da igual, nadie nos espera para comer y no tenemos ninguna prisa. Andamos por las calles estrechas y seguimos andando por el sendero que montaña abajo nos lleva al puente de Villacantal, para cruzar este río de leyenda que hoy baja crecido y de color chocolate tras las intensas tormentas de ayer Viernes.  


Le hago una foto a Roberto -Torperto-, con quien he tomado un café esta mañana. Un plato de cochinillo y una botella de tinto dice que se pimpló ayer el tío, -¡animal!- le digo, - que la víspera de una paliza como esta hay que comer suave...-. Lo dicen las revistas y lo digo yo que a menudo tengo problemas con el estómago, como en 2011 que estuve en un tris de abandonar y después de una hora larga parado me entoné y pude continuar, 21 horas de paliza me costó esta aventura que hoy espero salga mejor.



También he saludado a José Antonio Salgado, el veterano campeón de Alsasua -Navarra-, que viene aquí por primera vez, y eso es muy raro porque este campeón las corre todas.  El viejo zorro ha seguido andando mientras nosotros echábamos a ¡correr, -¡ya os pillaré!- nos ha dicho de buen humor, y no lo decía de broma.  Lucas de Zaragoza también es quinto mío -o casi-, el campeón del club 7:45 se ha preparado a fondo con los 32 kmts durísimos de la Puyada-Oturia de hace dos semanas y la Maratón de Zaragoza el Domingo pasado. ¡¡Madre mía!! Nos hemos dado un abrazo al vernos porque en 2011 fuimos juntos más de media ultra de Guara, él también quiere sacarse la espinita y como yo confía en hacer una mejor carrera.

El que sí hará una buena carrera es Alvaro Rodrïguez, campeón absoluto en 2011. Le pude saludar ayer al coger los dorsales, iba muy bien acompañado de su señora e hijo y estaba muy animado. -¡Qué flaco estás pájaro!- le saludé con el mejor piropo entre corredores. - ¡Pues tú tampoco estás muy gordo que digamos!- me contestó cortés. -¡Gracias campeón!-.  Hace cinco años que corríamos por los montes de Pamplona cuando él trabajaba allí. -¡Que yo entrenaba con Alvaro! - le digo a todo el mundo, encantado de nuestros "paseos" por San Cristóbal, Izaga o San Donato. Yo iba axfisiado y él no hacía ni sudar.  

Llegamos a Asque, 8,6 kmts de carrera y primer avituallamiento. Salgado me ha pillado y le estoy siguiendo el ritmo hace un rato. Bebo un vaso de agua, nada más. El día es fresco y despejado, el sol nos calentará pero no será mucho, así que podremos machacarnos sin excusas.  El de Alsasua sólo anda ahora en  las subidas pero ni ahí puedo descuidarme ¡qué velocidad!  Eso que anda mal de las tripa y tiene que hacer una parada técnica. Aprovecho para seguir a un ritmo más tranqui pero no tarda ni 10 minutos en pillarme de nuevo. 

Nos alcanza David Ferrández a toda máquina, está haciendo la Long Trail de 50 kmts y conseguirá un magnífico 14 puesto en la clasificación ¡¡Enhorabuena campeón!!  Su amigo Rubén Aristu participa en la Ultra, donde el año pasado consiguió el tercer puesto, hoy también hará una gran carrera quedando en cuarto lugar. Alguien dijo que ése es el peor lugar de la clasificación pero.. ¡ya me gustaría a mí!



Volvemos a cruzar el río Vero por el Puente de Baños, un poco para arriba y enseguida para abajo para volver al fondo del barranco y recorrer el tramo de las pasarelas ¡¡precioso y espectacular!!  después vendrá una dura subida hasta Alquézar, a donde llegamos en cuatro patadas ¡¡tenemos las piernas nuevas todavía!!  En el avituallamiento hay muchísima animación y nos apretamos para alcanzar los vasos, me pillo uno de agua y otro de Pepsi.  Por cierto: Soy un ceporro y me he olvidado el medidor de glucosa. Me preocupa pero no me alarma, estaré atento a las sensaciones y me pondré la insulina muy medida según vaya la excursión... En el peor de los casos los sanitarios de los avituallamientos tendrán aparato y podré medir mi azúcar en sangre si me veo mal.

Después de Alquézar vienen casi 20 kmts duros hasta el Collado de las Almunias. Una fuerte subida seguida de toboganes: bajadas y subidas cortas por senderos que pueden pasar factura si te lanzas y quemas más de lo que debes.  El camino discurre entre bosques de encina, quejigo y madroños cuyos frutos rojos abundan al alcance de nuestra mano.  Salgado los come a puñados -¡que te vas a emborrachar! - le grito medio en broma medio en serio, porque este fruto tiene cierto efecto embriagador. Todavía puedo seguir su ritmo y así damos alcance a Javi San Agustín, otro campeón veterano que hace poco más de un mes se cascó los 160 kmts del Gran Raid de los Pirineos ¡y si sólo se hubiera cascado esa!  No sé qué hago aquí con estos pájaros, me digo, pero me veo bien y además sé que ellos apretarán más adelante. No pasa nada...


Cotiella en el horizonte
Una pareja de corredores que van delante no dejan de hablar en una bajada, uno de ellos tiene acento inglés, - ¡Martin Scoffield!- el de Peña Guara vive estas carreras como un niño y aunque a veces lo pasa mal te lo cuenta de una forma que te entran ganas de apuntarte a la próxima, por eso me animé aquí en el 2011 y también este año, Martin es el culpable.  Bueno, sólo un poco...

El sol aprieta ahora un poco más, lo noto en el cuello y en la cabeza. En las Viñas beberé dos vasos de Pepsi, comeré un trozo de manzana y un puñado de almendras garrapiñadas ¡¡qué ricas!!  En la mochila llevo el camel lleno de isostar pero de momento sólo le he dado unas pocas y cortas chupadas, queda mucha carrera.  

Bajamos hacia el río Isuala y no tardamos en cruzarlo en un sitio bastante guapo: El Tranco de las Olas. El rio baja también a tope de agua pero lo hace encajonado en la roca, es un escenario de película donde la roca se pinta de todos los colores: del negro y del gris hasta el amarillo, el naranja y el marrón. Espectacular.

 


Fuerte subida ahora hacia el collado de las Almunias, no tiro cohetes pero voy bien. Atento a mi estómago que de momento no dice nada. Tengo calor.  

Angel y Jorge, la pareja navarra de Adi-Ike me alcanzan aquí, es una sorpresa porque los hacía bastante por delante. -¿Cuándo nos hemos cruzado?- me pregunta Angel. - Habrá sido en Alquézar, con el montón de gente que había- concluímos. Les veo que están disfrutando y que van sobrados, estoy seguro de que harán una gran carrera, han ido tranquis, más que yo todavía y suben hacia las Almunias sin parar de hablar, como de paseo, ¡¡qué tíos!!   

En el control nos juntamos todos, pero Salgado y Javi se piran nada más llegar yo, también han llegado antes. Javi se despide de Martin : -¡Pienso subir andando!-.  El inglés saldrá un minuto después y detrás se van también Angel y Jorge. Nos despedimos de buen humor, como viajeros en un tren cuando se cruzan en el pasillo del vagón: no sabemos si nos veremos antes de llegar a destino pero todos viajamos juntos.  

Bebo dos vasos de agua, me echo otro por la cabeza. Bebo un vaso de Pepsi, como almendras -siguen siendo garrapiñadas-, y como también 4 cachos de naranja. Me pongo dos uds de Novorapid y tras sacar los bastones inicio una de las subidas principales y más duras, que lleva arriba de la Sierra de Balced, desde la que se baja a Rodellar. ¡¡Rodellar!! ¡¡Me entraré en el bar y beberé una buena cerveza!!

Pero antes hay que subir arriba, hay 700 metros de desnivel y no me los van a regalar.  Son las 2 de la tarde y llevo más de 5 horas de "paseo".  Hace calor pero es soportable, además un leve viento nos refresca de vez en cuando ¡¡un lujo!!  Primera señal de alarma: principio de calambres en cuádriceps y gemelos, son leves, como señales, pero no me gustan.  Sigo para arriba sin detenerme pero un pelín más despacio. ¡Venga que puedo! me digo, y saco la cámara para pillar el Tozal de Guara que se levanta allá lejos y muy alto encima del valle. No lo veo pero por ahí discurre el río Alcanadre que un poco más arriba ha recibido las aguas del Mascún, lo que si veo es Rodellar ¿será ese pueblo pequeñito de allí? Creo que sí, ¡ay qué lejos está!


Me acuerdo de San Agustín diciendo que subiría andando ¡no te fastidia! como para subir corriendo, bueno hay uno que sí lo consigue: me acaba de pasar a muy buen ritmo y cuando la pendiente se atenúa echa una carrera, 10 ó 20 mts pero corre ¡qué envidia! yo aprovecho para recuperar pulsaciones porque llevo el corazón a mil revoluciones. ¿Y mi estómago? pues mal, empiezo a notar esa mala gana que precede a la náusea y mi moral se cae al suelo. Me paro y me inclino apoyado en la ladera. Aprovecho a estirar gemelos y respiro hondo...  Uffff.  Me adelantan varios corredores y casi todos me preguntan si me encuentro bien. ¿Quieres un ibuprofeno? - Me ofrece uno de ellos. - No gracias, si no me duele nada, son las tripas- le contesto agradecido. Reanudo el camino, la pista del principio se ha convertido en un bonito sendero que para mi pesar sigue ganando altura sin que se vea el final.  Me pararé un par de veces más, aprovechando para sacar alguna foto que otra y seguiré montaña arriba, despacio pero seguiré...

Por fin llego arriba, o casi, porque el camino prosigue y allá lejos trepa un resalte, pequeño pero duro a estas alturas del paseo... y de mis fuerzas.  Con todo lo mal que estoy no dejo de admirar el paisaje: Al otro lado de la Sierra de Balcés en que me encuentro se levanta la vecina Sierra de Sevil, soberbia y salvaje, un mosáico de terrazas boscosas alternando con fajas rocosas sobre el río Balcés, escondido en las profundidades de un barranco de leyenda.



¡Ay pero qué mal me encuentro! Ha pasado Saioa -del 7:45-, iba junto con otra chica que no me ha devuelto el saludo ¡qué seria! y con otro chico. Me da envidia ver a los tres alejarse por el sendero y más todavía verles superar el escalón en un plis-plas...  Reanudo el camino pero muy despacio cuando llega también Jorge Galve, que nada más verme se da cuenta de lo mal que estoy. -¿Qué pasa Carlos, necesitas algo?-, me pregunta. -Ya lo creo que sí, un estómago nuevo- le contesto.  -¿Quieres un relajante estomacal?- me pregunta obsequioso al mismo tiempo que una pastilla blanca aparece milagrosamente en su mano.  Tengo que decir que no soy amigo de pastillas, que aparte de las dichosas (y benditas) insulinas que tengo que pincharme, lo más que tomo es ibuprofeno si me duele la cabeza, pero cogí la pastilla sin dudarlo y la hice pasar con un trago de isostar ¡que sea lo que Dios quiera!  Justo en la revista Runners de Septiembre habían tratado las molestias de estómago en los corredores donde señalaban el sobreesfuerzo como causa directa de inflamación en la mucosa estomacal y calambres musculares del ídem.   Bueno, pues relajar siempre es bueno, así que si la pastilla era relajante lo mismo me arreglaba pensé...

Jorge se alejó no sin antes jurarle gratitud eterna y yo terminé los últimos metros que faltaban para iniciar el descenso a Rodellar. ¿Efecto placebo? ¿Exito científico? ¿O que cuesta abajo hasta un miserable como yo puede correr?  El caso es que los casi 700 mts de desnivel que me separan de Rodellar los bajo en un bolero y cuando llego al pueblo sólo pienso en comer un bocadillo y en beber una cerveza.


En el control de Rodellar hay de  todo: sandwiches, frutos secos, fruta, refrescos... me como el bocata de jamón que llevo y entro al bar pero encuentro la barra desierta y salgo renegando, un chaval me oye quejarme y en un plis-plas entra y sale con una caña bien echada y fría ¡¡Viva Rodellar!! ¡¡Viva la Sierra de Guara y viva Jorge!!  Estoy pletórico y abrazaría a todo el mundo... Puestos a pedir, me dirijo a los voluntarios de la Cruz Roja para que me echen un poco de reflex en las patas.  ¡¡Qué maravilla!! ¿Cuánto falta? 54 kilómetros... No llevamos ni la mitad, pero le falta poco, je,je...

Más buenas noticias: Coincido con Martin Scofield y al contarle mis problemas de hace un rato me ofrece unos trozos de gengibre, una raíz con un principio activo que absorbe los ácidos en el estómago (curiosamente también hablaban de ello en el artículo de la revista).

Poco antes de salir llega Lucas, está encantado porque ha participado en varias ediciones y nunca había llegado tan pronto aquí. Nos felicitamos mutuamente y confiamos en que esta vez no estaremos más de 20 horas pasando miserias por el monte, que disfrutaremos más de la carrera.

Parto detrás de tres corredores que luego sabré son de Barbastro, uno de ellos es Paco, también llamado Sr Ornitorrinco. Ha participado en las 5 ediciones de la carrera y me dice que esta será la última. - Sí hombre, eso dices ahora, veremos dentro de una semana- le digo chungón.

Los cuatro iremos juntos en toda la parte del río Mascún que hoy baja como ningún año de agua obligándonos a chapotear cada vez que lo cruzamos. El agua está fría y los pies lo agradecen, confiamos en que se secarán cuando emprendamos la dura subida de La Costera, junto a la Ciudadela de Mascún.  Puede que sea la parte más espectacular del recorrido y yo la gozo haciendo fotos cada dos por tres, además el cielo está muy bonito con unas nubes de postal que no llegan a ser amenazantes.









La Costera llaman a la subida que desde el fondo del Mascún lleva al pueblo abandonado de Letosa. El sendero asciende junto a la Ciudadela, un conjunto de paredes y chimeneas de hadas que la naturaleza ha dispuesto como un decorado de película. Los de Barbastro se perderán delante mía pues no paro de hacer fotos. ¡¡Y también me las hacen a mí!!  Ramón - Monrasín ya nos había dicho que estaría aquí arriba para sacarnos una sonrisa en el sitio más chulo. ¡¡Gracias Ramón!!

Toda la información y fotos de la carrera en el blog de Ramón:
Corriendo por la Sierra

 Un poco más arriba me alcanza Lucas y nos paramos ha sacarnos una foto el uno al otro. Como he dicho los dos estamos super-animados: Recordamos las penalidades que pasamos juntos en el 2011 y nos felicitamos por lo mucho que hoy estamos disfrutando. Bueno yo ahora sí estoy disfrutando...

Juntos iremos hasta el pueblo abandonado de Letosa, en esta ocasión el sol está alto todavía y con más luz parece haber menos tristeza en el silencio de las casas vacías y semi-hundidas, pero el lugar nos sigue sobrecogiendo. Huesca es una de las provincias con más pueblos abandonados de España.

Nuestro viaje prosigue por pistas apenas marcadas en la alta hierba, ahora somos tres pues se nos ha juntado otro mozo, también ha pasado miserias me dice Lucas, pero ahora parece haberse recuperado. Paramos dos minutos en un avituallamiento -kmt 54 de carrera- ¡ya hemos pasado el ecuador!, dos tragos de agua y seguimos hacia Bellostas pensando en el caldo caliente que nos espera.

Bagüeste
Continúan mis buenas sensaciones y llegados a una zona de llaneos y bajadas con alguna subida tendida echo a correr dejando atrás a mis dos compas de fortuna que siguen más tranquis.  Tras pasar por Bagüeste -otro pueblo abandonado- alcanzaré a Paco y los dos cogeremos a Saioa continuando juntos un rato hacia Bellostas.  Al llegar al río Isuala que en 2011 cruzamos a pie seco, hoy no queda otra que volver a "navegar" y mojar otra vez las patas ¡¡qué limpias van a quedar las zapatillas!!

Paco y Saioa vadeando el Isuala
  
En las Bellostas aprovechamos para cambiarnos y preparar los frontales pues cuando salgamos quedará poco de luz.  Yo trago otro pedazo de jengibre ¡¡gracias Martin!! y acto seguido engullo dos sandwiches de mortadela, bebo un vaso de pepsi y cuatro vasos de caldo caliente que me entra de maravilla.  Me pongo sólo una unidad de novorapid confiando en que con el "largo paseo" sea suficiente para controlar mi glucosa en sangre. Amén.  Le pregunto a un sanitario si tienen glucómetro pero lo tienen en la ambulancia a 100 mts. Lo dejaré correr porque quiero salir cuanto antes. ¡¡Adios, adios!! ¡Ah! Olvidaba contar que Alvaro Rodríguez llegó a meta mientras yo estaba en Bellostas, después de 10 horas y 35 minutos de carrera. ¡¡Bravo por el de Burgos!!

Son casi las 8 y todavía queda algo de luz así que no enciendo el frontal. Menos de 40 kmts hasta Alquézar. ¡¡Vamossss!!  Enseguida alcanzo a Saioa que había salido un poco antes y seguiré con ella unos cuantos kilómetros, lleva buen ritmo y parece conocer la ruta.  Remoloneamos para encender los frontales pero al fin no queda otra pues las cintas de señalización casi no se ven.  Al enchufar la luz descubrimos que muchas llevan un plástico reflactante ¡¡ bien!!

Nos habían dicho que podríamos correr pero no hay modo: el camino sube y sube y en los pocos llaneos donde podríamos trotar las piedras sueltas amenazan con una torcedura o un mal golpe. En ésas que nos adelantan tres corredores a toda pastilla. ¡coño sí que se puede correr! Me animo un poco y salgo detrás del último consiguiendo por fin correr.  Saioa se ha quedado con Paco a quien habíamos alcanzado hacía poco.

Los ojos parecen haberse acostumbrado al mareo del foco luminoso del frontal que recorre fugaz el suelo en la carrera. Tropiezo a menudo pero sin consecuencias y casi le pillo el gusto a la tensión que supone vigilar al corredor delante mía para anticipar la dirección al tiempo que miro al suelo buscando el mejor sitio donde poner las zapatillas.  En caso de tropezón pienso que no será grave porque vamos a un tran-tran que no llega ni a 6 min/km.

En el control de Pedro Buil estamos en lo más alto de la Sierra de Sevil, hace fresco pero recuerdo mucho más hace dos años, no me hace falta ponerme el chubasquero y voy muy bien con la camiseta de manga larga ¡y de lana merina!  Caen dos vasos de pepsi y otro de agua y también dos cachos de manzana ¡¡y nos vamos!! Menos de 27 kmts a meta. ¡¡Vamosssss!!

La ruta discurre ahora por pistas de buen piso por las que podríamos correr sino fuera porque siguen picando para arriba -¿cuándo bajamos de la sierra?- pregunto a una pareja a los que alcanzo. Delante y detrás nuestra se distinguen las luces de otros corredores, no muchos porque a estas alturas la carrera se ha estirado mucho.

Por fin empieza la larga y tendida bajada hacia Radiquero, pero al poco de empezar el descenso llego al control de Mesón de Sevil, el avituallamiento más alegre de toda la prueba con un grupo de chicas super simpáticas que tienen toda la marcha y más para animar al rosario de corredores que cada vez más cansados y apurados llegaremos aquí durante las próximas horas. Lamentan no tener caldo pero me ofrecen Pepsi y un sandwich de jamón york ¿o es mortadela? me da lo mismo, todo me entra bien ¡por cierto! me como el último trozo de jengibre que me había dado Martin, puede que sea sicológico pero el sabor picante de esta raíz es como un talisman tras el cual puedo meter cualquier cosa en el estómago. ¡¡Gracias Martin again!!  En Sevil hay unas sillas de tela comodísimas, cuesta levantarse pero casi quedan 19 kilómetros todavía. ¡¡Adiós, adiós!!

Ahora sí que corro, la pista baja y baja sin fin y por ella me "lanzo" a 6 min/kmt  sin dejar de pillar corredores, entre ellos busco a Jorge, a quien no veo desde Rodellar.  Salió sólo 5 minutos antes que yo y también debe estar volando hacia Alquézar, se quejaba de no haber corrido nada desde la Ehun-Millak por una latosa lesión pero está claro que unas patas de 20 años pueden con todo. ¡¡Como para cogerle!!

En las viñas hay una mesa con botellas de agua, el lugar está solitario y mientras dos ingleses ¿o son belgas? se detienen a beber yo prosigo sin detenerme ¡¡y sigo corriendo!!

Recordaba un poco complicada la zona entre las Viñas y Radiquero: se deja la pista y hay que seguir por senderos que suben y bajan rodeando pequeños barrancos ¿o son grandes? no lo sabemos con esta oscuridad.  Por suerte las cintas señalan perfectamente el recorrido y además estoy "dando caza" a tres corredores cuyas luces traseras me sirven de referencia -o de tranquilidad-.

En Radiquero hay mucha animación, en la terraza de un bar unos jóvenes nos aplauden conforme pasamos en dirección a la plaza, allí hay más gente: voluntarias y voluntarios animando y ofreciéndonos bebida, comida ¡¡y chocolate!!  Lo prueblo todo y felicito a una señora que según me dicen es la que se ha currado el chocolate, está muy suave y muy bueno. ¡¡Muchas gracias!!  Una voluntaria alucina conmigo - ¡Pero qué animado estás con la paliza que llevas!- me dice. - Es que sólo me quedan 5 kmts para coger la cama - le digo, y es verdad, sólo pensar en llegar, ducharme y echarme a dormir me hace salir a la carrera y lleno de energía. ¡¡Adios, adios!!

Una larga pista cuesta arriba trepa durante dos kmts monte arriba, tiene bastante pendiente así que ni pensar en correr, tipi-tapa a buen paso y tirando de bastones asciendo en solitario hasta arriba. Alguien llega por detrás pero está lejos. Al llegar arriba veo una cinta y continúo hacia la izquierda ¡mal! 200 mts más adelante sin ver señales me hacen dar la vuelta y al llegar a esa cinta veo una flecha que señala a la derecha ¡vamosss!

Y además es cuesta abajo -o casi- así que vuelvo a correr y enseguida alcanzo a dos chicos que van andando, -¡Venga señores que ya estamos!- les saludo al pasar y al poco ya vemos las luces de Alquézar, todo iluminado que parece el día de Navidad. ¡¡Bravo!



El sendero final que baja hasta el pueblo es muy empinado y hay que tener cuidado, paso junto a un mirador y me detengo a hacer una foto, saldrá movida porque advierto que se acercan corredores y no quiero regalar puestos en la clasificación. Sigo bajando y llego a las primeras calles, un voluntario chiva el dorsal a los de meta para preparar el recibimiento. Sólo quedan 300 mts, que disfruto corriendo al tran-tran, sintiendo cada zancada y más contento que unas castañuelas. A 10 mts del arco de meta un meteoro pasa a mi lado, ni Usáin Bolt iría más rápido ¡madre mía!

Pero yo entro un segundo después ¿o fueron dos? me da igual.  He terminado y disfrutado mi mejor Ultra Trail Guara Somontano.  ¡¡Gracias Alquézar!! ¡¡Gracias Asque!! ¡¡Gracias Rodellar!! ¡¡Gracias Bellostas!! ¡¡Gracias Radiquero!!

Mi tiempo en meta: 16:39:06

Todas las fotos aquí

EPÍLOGO: No se puede terminar el relato de esta aventura sin destacar el espíritu de amistad y solidaridad de la organización. El año pasado antes de la salida leyeron el mensaje de Fernando Zaratiegui quien ya se había inscrito para correr la cuarta edición de esta ultra cuando le diagnosticaron un cáncer y no pudo ir.  Pues bien este año han destinado 1 euro por inscripción a la Asociación Española contra el Cáncer con sede en Barbastro, a ese gesto se sumó un corredor que renunció a un premio de 250 € en favor de esa misma Asociación. Pequeños gestos que suman y ayudan.  ¡¡Bravo!!


Un corredor de Lleida nos obsequió a todos con 30 kgs de caracoles que cocinó y nos ofreció en la comida-almuerzo del Domingo ¡¡Gracias Marcos Ramos!!

También se destacó el buen hacer de las chicas voluntarias en el avituallamiento y control de Mesón de Sevil, que como he contado se sitúa en la parte final de la carrera, cuando ya la mayoría de nosotros vamos tocados -y algunos hundidos- y ellas ponen todo el cariño del mundo y toda la noche sin dormir para mimarnos, cuidarnos y animarnos.  ¡¡Muchas gracias guapísimas!!

Mis glucemias: Fue imperdonable olvidar el medidor y machacar el cuerpo durante más de 16 horas por el monte, cuando llegué al camping y miré mi glucemia a las 2:23 del Domingo tenía 384, un valor muy alto causado seguramente por el montón de pepsis que bebí, además de isostar y ¡¡el chocolate de Radiquero!! Lo corregí con 4 uds de insulina rápida que me sentaron como el doble porque a las 5:09 tenía 45 lo cual resolví con medio litro de batido de chocolate y un "huesito".  Me levanté a las 8:35e e y tenía 208 (típico valor alto después de una hipo).  El resto del día la cosa fue más normal y ya no desbarré mucho.