Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

martes, 28 de junio de 2011

Camille Extreme 2011

Séptima Edición de esta carrera por montaña, que con 31.600 mts de recorrido y 4066 mts de desnivel acumulados este año prometía ser más dura por algunos cambios en su recorrido:  Menos metros por asfalto se habían de traducir en más exigencia para las piernas por aéreos senderos antes de enfrentar la ascensión a Ezkaurre y unas empinadísimas rampas para bajar a Isaba al final de todo, si además las previsiones amenazaban con temperaturas por encima de los 30 grados ¿porqué estábamos todos tan contentos y animados en el frontón de Isaba este domingo unos minutos antes de las nueve, la hora de salida?

Tedy, Alberto, David y yo habíamos salido desde Pamplona a las 6:40 para llegar a eso de las 8 a Isaba.  Una mañana buenísima con unos deliciosos 17 grados de temperatura que irían subiendo por momentos en una jornada de Sol tropical como las que no se recuerdan en el Roncal. 

Recogemos el dorsal, el chip y la guapísima camiseta conmemorativa y mientras nos preparamos podemos saludar a muchos amigos de Adi-Ike, de Txurregui, de Manttale, de Humiclima...  de Asamún, como Toño a quien este valle pilla muy cerca, hasta de Bilbao se ha venido Juan Luis -Volcán- con unos amigos que le han dejado aquí mientras subían a la Mesa de los Tres Reyes  - Tú vas a disfrutar más que ellos - le prometo, porque estoy seguro de que está fuerte y que hará un crono buenísimo; de Villanúa están mis amigos de Canfranc: los cuatro monstruos que subieron a la Raca sin parar de hablar y contando chistes, - cuidado con el calor -, les advierto - mirar que el sol del Roncal es africano... -  Exagero un poco, en plan chuleta, pero es que tengo para mí que estos cielos tan limpios y azules hacen que el astro rey pegue con más fuerza.  - ¿No llevas mochila? - Me preguntan los de Villanúa.  - No, - contesto-  la organización tiene bien cubierto el recorrido de avituallamientos e incluso te ofrecen agua en algunos otros sitios extra. 

Es por ello que sólo llevaré cuatro tabletas de gluco-sport y dos barritas en los dos bolsillos del pantalón.  Me he mirado la glucosa a las 8:17 y sólo tenía 70 así que me he comido dos plátanos y una barrita de cereales con chocolate. 

A las 9 en punto nos apretamos en la puerta del frontón y guardamos un minuto de silencio en memoria de Irene Edo, corredora de montaña fallecida recientemente en un entrenamiento.  Después la organización leyó unas emotivas palabras de homenaje a todos los voluntarios que hacen posible la carrera, más de 200 valientes y animados amigos que enseguida veremos en casi cada metro del recorrido, ofreciéndonos agua, bebida isotónica, sandía, frutos secos...  señalándonos el camino, advirtiéndonos si el terreno requiere atención, estando ahí cerca de nosotros todos el tiempo.  ¡¡Muchas gracias!!

¡¡Y vamos allá!!  Como siempre una vuelta por el pueblo, apretándonos casi en fila por las estrechas calles y saliendo por un aéreo sendero encima del río hacia Belabarce.  Pronto nos vemos corriendo por una ancha pista forestal donde ahora sí podemos ir tomando posiciones.  Me veo junto a Ander y Mikel pero me adelantaré un poco avanzando puestos ¡¡Qué ganas de correr tengo!!  Y es que esta semana sólo he salido dos días a andar en bici y uno a correr con los Amigos de la Vuelta del Castillo, así que en estos primeros metros me quiero comer el mundo...  Y me como el suelo porque justo donde termina la pista y empieza otro tramo de senda, tropezaré y caeré al suelo todo lo largo que soy. ¡No pasa nada! La rodilla un pelín tocada pero sin consecuencias, así que avanti.   No tardará en pasarme otra vez Ander, seguido de Mikel pero intentaré seguir su ritmo y no les perderé de vista hasta salir a terreno despejado en el Valle de Belabarce, donde trotamos por los verdes prados y llegamos al primer puesto de avituallamiento.  Dos vasos de agua, la mitad del segundo me la echaré por la cabeza y es que el sol se empieza a notar. 

Dejamos atrás los verdes rasos y enfrentamos la primera subida fuerte por un espeso pinar por el que iremos cogiendo altura hasta situarnos en el cordal de la sierra formada por las puntas Murúa, Garbisa e Iturburua.  Entre subidas y bajadas más de 500 mts de desnivel positivo que iremos descontando del total.  Una vez arriba podemos ver a nuestra derecha la blanca osamenta de Ezkaurre y a la izquierda las cumbres de Anie y la Mesa entre otras, que destacan por encima de los pinos, abetos, robles y hayas... esa inmensa alfombra verde oscura que son los bosques del Pirineo Navarro. 

Fotos de la organización

Segundo avituallamiento, aquí beberé dos vasos de isotónico, dos cachos de plátano y otros dos de naranja, tras de lo cual enfrentaré con buen ritmo una cuesta herbosa entre pinos.  Pasada esta cuesta corremos de nuevo por una pradera despejada, en su mitad hay un voluntario que nos informa del puesto que llevamos:  114, 115 y 116 -nos dice a los tres que vamos, - ¡a 13 minutos del primero!- Me pasa Txus Unsión -de Manttale-,  ¡Ya me cogerás después Carlos! - me dice, pero luego lo perderé de vista en la fuerte bajada que nos lleva hacia Zuriza -Huesca-. Ya soy el 115...   Distinguiremos el camping entre los árboles ahí abajo, mientras faldeamos la montaña por un sendero donde un voluntario nos pide que prestemos atención, pues la ladera es muy empinada.  Me cuesta mantener el ritmo en este tramo, sorteando árboles y piedras, en contínua tensión para no perder el equilibr io y caer rodando ladera abajo.  Llegamos al tercer avituallamiento y me detengo para recolocarme los calcetines: En los talones empiezo a notar principios de ampolla, en fin...  Mientras me aparejo las zapatillas me pasan al menos una docena de corredores, en fin...   Un trago de agua y a correr de nuevo.

Puerto de los Navarros, podría ser el Tourmalet en el Tour de Francia... o la cima de Aitzkorri en Zegama, pero no, esto es la Camille y los bosques debajo de Ezkaurre se congrega una multitud de gente animando entusiasta a su amigo, a su hermano o a su novio, a su madre y quizás también a su abuela.  Empieza una zona durísima, la más exigente para mí del recorrido.  Trepamos metro a metro por el oscuro bosque de hayas que tapiza los pies de nuestra montaña preferida, salvajes rampas de más de un 30% de pendiente que nos empiezan a pasar factura.  Algunos montañeros que ascienden con la mochila se apartan a un lado para dejarnos pasar, les doy las gracias pero dentro de mí lamento que se quiten porque prefería su paso al mío, que no sé si podré mantener hasta arriba. 

Otro avituallamiento antes de salir del bosque, bebo dos vasos de agua ¡qué rica!  Saludo a Jorge, del Deportivo Navarra, que junto con Pasqui tiran para arriba mucho mejor que yo, lo suyo es la orientación pero están fuertes en todos los terrenos ¡qué envidia!

Dejamos el bosque abajo y nos metemos en el reino de la roca, la pendiente sigue siendo muy fuerte y mirando arriba podemos ver la hilera de corredores que nos precede  ¿Estarán por ahí Alberto, Tedy, Ander, Mikel, Txus, Jorge, Pasqui... ?  Seguro que sí, o a lo mejor ya están bajando de la cima, vete a saber.

La cima la puedo ver un poco después, todavía muy arriba y muy lejos pero ahora la pendiente es un poco menos fuerte.  He parado un par de veces a tomar aliento, mi memoria es mala pero creo que este año me está costando más  ¡ufff!  Menos mal que pega un poco de aire, que si no...

Fotos Organización

Muchísima gente también aquí arriba animando  ¡Que día para disfrutar de esta cima!  En la Mesa distingo un pequeño nevero, también queda alguno en los Alanos y Pedraforca, allá en Ansó (Huesca), pero son más pequeños que otros años.  El viento viene de allí ¿o es sur?  Vete a saber, pero qué bueno sabe aunque vamos en tirantes.  Paso por el control y me acerco al avituallamiento, comeré dos o tres cachos de sandía, beberé dos vasos de isotónico, otros dos de agua...  ¡Qué tíos!  Todo esto lo han subido aquí a la espalda.  ¡Muchas gracias!  ¡Nos vemos en Isaba!
Fotos organización

Otro voluntario me señala el camino a seguir, un extenso pedregal que en suave pendiente desciende al sur de la cima.  Nos pide precaución pero en mi caso no es necesario, no tengo ninguuuuna prisa, y es que además de que se me da fatal este terreno, me cuesta echar a correr:  llevo días con el ciático incordiando en mi pierna derecha y ahora me he enfriado un poco y me tira.  Poco a poco, las piedras son menos feas, mi pierna entra en calor y mis pasos serán más rápidos.  Todavía no lo llamo correr pero voy cogiendo un poco de ritmillo  ¡Venga que sólo faltan 10 kmts!  - me digo para animarme, porque delante mía empieza una especie de valle rocoso donde temo no llegue a dar viento y me ase a la plancha.  Por suerte no es así, el aire sigue pegando y además lo paso enseguida.   Bajando unas rocas me encuentro con Aldapa, que me saca unas fotos y me anima, pero le digo que voy fastidiado y que hoy me basta con llegar.  Al poco decido parar otra vez para estirar los calcetines, a ver si ese pico en el talón no se convierte en una ampolla.  Me cuesta atarme las zapas, se me acalambran los muslos al estar quieto ¡Ay, ay, ay!  Mientras siguen pasando corredores, entre ellos la veterana Irene Sarrionandía, seria y concentrada en su menudo cuerpo de atleta, sin pestañear siquiera mientras salta de piedra en piedra, montaña abajo. 

Reanudo la carrera y observo que en esta parte, la más comprometida, no hay ninguna zona sin la presencia de voluntarios, visibles con sus camisetas naranjas fosforito. 

Las peladas y blancas paredes de Ezkaurre van quedando a nuestra espalda y enfilamos camino hacia Punta Godía  primera de las tres pequeñas cimas del cordal herboso por el que discurrirá la última parte de nuestra penitencia.  Hay algunos pinos salpicando la cima de la primera, que es la más alta.  Los miro de reojo mientras corro por la hierba pues todavía vamos de bajada, después el terreno se pone horizontal, aún puedo correr... Pero luego empieza la subidica ¡¡ufff!!  No pega nada de aire ahora y tengo la boca seca pues desde la cima no he bebido nada.  Un corredor delante mía se para a estirar los gemelos, sufre intensos calambres y no puede dar un paso.  Muy cerca hay dos voluntarios y uno de ellos sacará un spray de reflex que como agua de mayo paliará el problema.  Yo también le pido un poco en los cuádriceps, que no hace mucho también me estaban incordiando a mi.  De ese modo podemos superar la cumbre e iniciamos la aproximación a la siguiente.  Otra vez me cuesta volver a corretear, aunque hay buen terreno de hierba en bajada y es que el ciático sigue haciendo la puñeta. Por suerte el aire nos vuelve a pegar, algo es algo.

Siguiente cima: Pico Armaia.  No tiene pinos y es un poco menos fuerte de subir que la anterior -creo-, pero mis piernas están peor y debo trazar varios zig-zags para superar la cuesta de hierba, una ladera que podría subir corriendo de no llevar la paliza que llevo, pero bueno, lo importante es que no me de un calambrazo que me caiga al suelo y toco madera  mentalmente.  Al llegar arriba un voluntario me anuncia la proximidad del siguiente avituallamiento -me debe ver muy jodido-.  Efectivamente un poco más abajo hay un grupo de chicos con una mesa de camping llena de vasos de agua, coca-cola y acuarios ( o lo que sea)  pillo una coca-cola pero está super caliente y tras beber un poquillo lo vacío disimuladamente, después bebo un vaso de agua,  que casi no me entra tampoco y me despido dándoles las gracias.  La siguiente cima es la menos dura de las tres y mirando el reloj veo que enseguida llevaré cuatro horas de carrera.  ¿Podré terminar antes de 5 horas?  Me pongo ese objetivo para volver a correr cuando el terreno lo permite de nuevo, y vaya si lo permite porque la bajada es de esas que si te caes no dejas de rodar hasta abajo del todo...  Cuidadín  ¡ay qué daño me hacen los pies!  Estoy flanqueando una empinadíma ladera de hierba y en la estrecha senda no cabe ni la zapatilla por lo que es más seguro pisar fuera, los pies se retuercen y sufren ¡ay que me caigo!  Casi, pero no...

Vuelvo a entrar en el bosque, ahora voy sólo, hace rato que he perdido de vista al corredor que tenía delante y tampoco veo a nadie por detrás.  Pero no me preocupa, el camino está perfectamente señalizado y además llego a otro avituallamiento.  Sólo les queda agua pero lo cierto es que no me entra más que medio vaso, y no será porque no tenga la boca seca... Me concentro para respirar sólo por la nariz aunque me cuesta por el esfuerzo que exigen los kilómetros.  Hace mucho calor, me detendría pero pienso que entonces aún hará más calor, así que sigo corriendo...  En un recodo me cruzo con Raúl y con Javi -de la organización-, suben con varias botellas de agua para proveer el puesto que he dejado atrás  - ¿qué tal vas?  Me pregunta Raul . - ya puedes ver - le digo con cara resignada, - sólo quiero llegar a Isaba, nada más- .  - ¡Guarda fuerzas para el tubo por el que tienes que bajar! - Me advierte Javi, y me pasa una botella a la que sólo doy un pequeño sorbo.  -¡Gracias, hasta luego! - me despido prosiguiendo la carrera, y pensando preocupado en la última bajada:  Ya no será por la pista de hormigón sino por el bosque y la organización advirtió que podía ser más duro...

Llego a la pista de hormigón y me tiro por ella siguiendo las señales ¿y el camino?  Será más adelante, pienso, pero casi me entran dudas porque se me hacen largos los más de 600 mts de duro hormigón, y eso que es bajada...   Por fin, en una curva veo que las señales me meten al bosque.  ¡Qué oscuro y qué bien se está!  Voy por un buen sendero, ancho y fácil, por donde correr es casi una delicia  ¿y la bajada?  Enseguida me encuentro arriba de una especie de "tubo" vegetal, empinadísima rampa de tierra, hojas y barro por donde me tiro sin pensármelo dos veces. 

Bajo y bajo, metros y metros sin ver el final.  Alcanzo a un corredor que se ha parado: Se masajea los muslos totalmente acalambrados y me dice que está jodido.  No veo forma de ayudarle, yo mismo estoy roto aunque mis piernas aún resisten, le doy ánimo, que ya nos falta muy poco y que baje despacio (¡qué remedio!).  Prosigo la bajada y enseguida entre las copas de los árboles veo unos tejados ¡Tiene que ser Isaba!  ¡Si, es Isaba!  Por suerte, la especie de tobogán por donde bajaba desemboca en la pista debajo del pueblo y a tan sólo 500 mts del frontón ¡de la meta!

Son las dos de la tarde, el sol cae con toda su fuerza pero consigo seguir corriendo aún cuando el terreno se pone cuesta arriba, incluso muy cuesta arriba al entrar en el pueblo para recorrer los últimos metros antes de la meta  ¡¡Qué calooooooooor!!   Mi tiempo: CINCO HORAS.

Clasificación.

Al entrar en el frontón no puedo ni con las tabas, un chico me pide que espere mientras sale el diploma con mi tiempo y mis parciales.  Agarrado a la barandilla justico puedo coger la cartulina y dando las gracias me meto en el barullo de corredores y familiares.  ¿Dónde hay una silla?  Consigo una al lado de José Miguel -Humiclima-, que tampoco está muy "católico".  -¿Qué tal?- acierta a preguntarme.  -Ya puedes ver - contesto,  -hecho polvo, mal muy mal. -.  Y es que estoy agotado, veo a otros compañeros que están alegres, comentando la carrera, bebiendo cerveza, comiendo...     Yo tan sólo puedo beber agua, pero no acabo de recuperarme... Es la típica sensación de desgana que alguna vez he tenido al terminar una carrera, me pasó el verano pasado en San Millán, que al principio no podía probar bocado en la comida que nos dieron y que luego cuando se me pasó me comía las piedras...

Me levanto, y veo a David que ha entrado un minuto detrás mía, está contento y muy animado.  Para él esta carrera era un poco la prueba de fuego para la ultra del Aneto y ha regulado todo el tiempo para no sufrir consiguiendo terminar que era lo que quería.  Recogemos las magníficas bolsas de corredor que la organización nos ha preparado a todos (sidra, vino reserva, chorizo, conservas...)  y decidimos ir a las duchas, ya comeremos después.  Y es que yo veo las migas sin ningún interés, sigo con el estómago revuelto, tanto que al salir acabo echando todo lo que he tomado en la carrera, TODO, TODO.   

Mis amigos se preocupan pues saben de mi diabetes pero cuando puedo coger el medidor veo que tengo 194, así que no hay miedo de Hipoglucemia.  Les tranquilizo, que ya me ha pasado otras veces y tal, pero insisten en que me vean los de la Cruz Roja.  Se acerca un chico y le explico que ya estoy mejor después de vaciar el estómago y que me voy a duchar.  - Vale, pero danos un toque si te sientes peor ¿O? -  Me advierte.  - Vale, no te preocupes - Le prometo, y me voy con David a las duchas. 

Me cuesta quitarme los pantalones pues los cuádriceps se me acalambran, pero por fin lo consigo y el agua templada de la ducha me deja de maravilla ¡qué bueeeeeenaaaaa!

Por allí está Iñaki - también de Humiclima- que tampoco lo ha pasado muy bien hoy, somos muchos los que hemos sufrido más que otras veces y es que ha sido un día muy duro de calor.  Pero en fin, es lo que tocaba ¿No?

Al salir de las duchas me tiro en la hierba y me vuelvo a poner malo  ¡ufff!  Vuelta a echar el estómago ¡pero si no quedaba nada!  Sí, todavía quedaba algo... 

Al lado está Volcán, le hago una broma pero casi ni contesta, me parece que también está tocado como yo...  También hay un tercer chico tumbado que por lo visto tiene la tensión un poco baja.   Se acerca una chica de la Cruz Roja y nos mira las constantes:  Yo estoy bien de pulsaciones, la tensión un poco baja pero es normal después de la paliza ¿No?  El azúcar lo tengo en 170  - sigue alto-.    Volcán en cambio lo tiene muy bajo y como también echa todo lo que bebe no puede pensar en arreglarlo con coca-cola así que hablan de ponerle un suero de glucosa.  ¡Mecachis la mar! Y yo que le había dicho que iba a disfrutar... 

Pero qué leches, no sabéis lo precioso que estaba el monte...



Imágenes de la Camille Extreme 2008
Una hora después parábamos en Yesa y una Coca-Cola me dejó como un reloj.  En Pamplona y en Zizur Mayor el termómetro marcaba los 36 grados.  ¡Cayeron tres cervezas esa tarde!

Gracias Alberto, Tedy, David, Javier...  Por preocuparos y por estar ahí.

miércoles, 22 de junio de 2011

Lakuntza - Aralar 2011

Desnivel acumulado: 2308 mts
Distancia: 28,5 kmts
VIII Edición de esta Carrera de Montaña magníficamente organizada por el Club Zalabarte de Lakuntza. El domingo 19 de junio amaneció un día espléndido, con un cielo azul totalmente limpio de nubes que llamaba la atención después de los días anteriores en los que parecía que habíamos vuelto al mes de marzo.  Quienes participaron en la Marcha de Montaña de Aralar el día anterior sufrieron un tiempo bastante regular: chubascos y txirimiri alternaron en una jornada fresca con nieblas en los altos que no dejaban ver más allá de la nariz.  Alguno de ellos estaba también el domingo en la plaza del ayuntamiento de Lakuntza dispuesto a estirar las piernas otra vez, hablo de José Antonio Salgado, ese fuera de serie que la semana anterior también encadenó dos super-carreras: Canfranc-Canfranc y Guara.  Sin comentarios, bueno sí: ¿Dónde están los límites?  La respuesta es que no hay, si algo te gusta, te entusiasma, adelante sin miedo.

Y después de estas chorradas filosóficas que tenía hoy en el bolsillo entraremos en harina:  La mañana estaba fresca a eso de las 7:50, cuando Edorta me recogió en Zizur y fuimos juntos hasta Lakuntza en unos 20 minutillos.  Tiempo de sobra pues para recoger el dorsal, saludar a los compañeros de armas y ultimar preparativos.  Por allí estaban, Nerea Amilibia, Salgado como ya he dicho, Jone Peláez y su amante esposo que también correría con ella (eso es amor), Alberto Vela y Angel de Adi-Ike, Fernando Zaratiegui -colega de la Vuelta del Castillo-, José Antonio Beriain, Iñaki, Javier, Iñigo y Miguel de Humiclima, Javier de Hiru-Herri...  Ya somos todos amigos.

Mi glucemia a las 8:40 es 121, así que caen dos pedazo de plátanos.  Después un masajito de Radio-Salil en los gemelos, unas carreras y listo en la salida cuando dan las 9:30.

Los primeros metros son cuesta abajo pero no nos engañamos y mantenemos un galope tranquilo, enseguida toca enfrentar la parte más dura de la carrera: La subida a Guardetxe son casi 600 mts de desnivel en muy pocos kilómetros.  El sendero asciende de forma continuada entre el bosque y hay contados rellanos donde podemos correr.  El corazón se nos sale por la boca y todo el aire es poco para enviar oxígeno a los músculos que se rebelan a nuestra exigencia.  Alberto ha desaparecido delante en los primeros metros, siguiendo a Nerea y a Alicia; Zaratiegui me ha pasado también un poco después, Iñaki lo mismo, aunque he podido ir con él bastante rato antes de quedarme atrás... ¡¡¡Uffff !!! ¿Cuándo llegamos a Guardetxe?   Pues pronto, porque ahora ya podemos correr un poco bajo un alto bosque de hayas, un par de toboganes y finalmente una bajada en fuerte pendiente a la carretera.  Ya estamos en el primer avituallamiento:  Dos vasos de agua, dos de isostar, como dos cuartos de naranja y agarrando dos trozos de plátano echo a correr por la ancha pista que se interna en el bosque de nuevo.  Qué oscuro está bajo las hayas... y que bien podemos correr porque ahora viene un buen rato de llaneo e incluso bajamos un poco.   Eso sí, el corazón sigue saliendonos por la boca porque nadie quiere ceder puestos.  Al adelantar a un corredor éste me dice: -¡qué envidia me das!-   Me vuelvo un poco y le contesto que todavía queda muuucha carrera y que luego será él quien adelante. 

Entramos en una especie de estrecho rocoso y el trote da paso a un atento caminar, trepando un par de escalones por las piedras.   Volvemos de nuevo a correr, más despacio porque toca subir de nuevo, hace rato que llevo a un corredor detrás, le hago señas para que pase si quiere pero me dice que no, que va de cine detrás mía y que si no le importa ahí se queda.  No me importa todo lo contrario, porque curiosamente, mi desconocido compañero de carrera no para de proferir exclamaciones y juramentos para vencer su agotamiento a las que yo respondo con palabras de ánimo.  El resultado es que ver a alguien que jura más que yo me crece un poco y me noto mejor -curioso-.   Al cruzar una regata le digo que enseguida llegamos al siguiente avituallamiento y que ya podremos ver el techo de nuestra carrera: la cima de Irumugarrieta.  ¡Hostia puta! - grita el colega al iniciar la última trepada antes de asomar a los rasos de Aralar.  Justo allí tenemos el segundo avituallamiento donde beberé dos vasos de isostar y agarraré otros dos trozos de plátano.  Llega Angel de Adi-Ike, que va un poco jodido porque ayer estuvo echando un partido de fútbol, pide reflex y se lo echa en el muslo. 
Foto Organización: Corriendo hacia Irumugarrieta seguido de mi "pupilo"

Pero mi colega y yo nos vamos, toca enfrentar la última parte de la ascensión que nos llevará por los extensos puertos de la sierra, donde caballos, vacas y ovejas pastan tranquilamente todos los días, todos los días excepto los domingos como éste que una cuadrilla de locos corren por la hierba...

Foto organización: Angel, con la camiseta blanca de Adi-Ike
Foto Organización: Edorta el tercero del grupo.

Angel nos adelantará llegando a las cercanías de Irumugarrieta, el techo de la Sierra.  - Voy reservón, que voy un poco jodido- nos dice, pero el caso es que tira para adelante y en la clasificación veré que ha llegado 9 minutos antes que nosotros, ¡menudo pájaro!

Foto de la organización: Cima de Irumugarrieta
Hay que echar las manos a las piedras en la última trepada, una alambrada nos señala la caída casi vertical que tenemos hacia el norte, donde la Sierra se precipita en el abísmo de las Mayoas. Un voluntario super voluntarioso nos ofrece su mano para superar el último peldaño, ¡A todos y cada uno!  Se lo agradezco efusivamente al tiempo que me despido tirando para abajo pues aunque el día es magnífico y las vistas desde aquí son insuperables, no hemos venido a disfrutar del paisaje.  Bueno sí, pero corriendo...

Corriendo despacito en estos primeros metros de la bajada pues la caliza asoma por todas partes en forma de cuchillos y nuestras piernas no llevan coraza  ¡cuidado!  Más abajo ya podemos acelerar pues enseguida nos encontramos de nuevo en las extensas campas herbosas de la sierra.  Siempre decimos que lo bueno de esta carrera es que cuando llegas a la cima de Irumugarrieta no queda sino bajar pero siempre hay toboganes con pequeñas subidas que cuando llevamos unos kilómetros se hacen duras de pelar.  Pero ¡cómo corremos sobre la hierba en esos largos descensos!  Después viene alguna subida, vale, pero enseguida bajamos otra vez y así llegamos a la chabola de pastores donde todos los años un animado grupo de voluntarios se monta una barbacoa de cuatro estrellas, también hay una mesa con vasos de agua e isostar, naranjas y trozos de plátano, pero ¡cómo huele lo que se está asando! nos invitan a algún trozo de pan de chistorra pero ahora que tenemos que volar no es el momento, después sí que lo pillaríamos a gusto. 

Seguimos volando y los kilómetros pasan rápido hasta llegar al último avituallamiento (1 vaso de agua y otro de isostar) antes de la bajada, la brutal bajada por el bosque hasta el fondo del valle.  Dejamos atrás la inmensidad luminosa que son los pastos de la sierra y nos internamos de nuevo en la oscuridad del bosque, cuesta acostumbrar la vista a la poca luz -al menos a mi-, y por ello aún miramos con más atención donde ponemos los pies en el descenso.  Y es que entre las hojas abundan las ramas y las piedras, al acecho de nuestra zapatilla, que si no pisa bien nos provocará un retortijón o algo peor. 

Mi compañero -que mirando la clasificación veo que se llama Juan Carlos-, continúa detrás y cada vez jura más alto y más seguido, hemos llegado abajo y ahora viene lo más duro: Unos tres kilómetros llaneando que si hace calor acaban por agotarle a uno.  Pero hoy tenemos un día genial, pues el aire todavía tiene un poco de frescor y nos alivia de los rayos del sol.  Hay un puesto con avituallamiento líquido donde sólo beberé agua y como me noto bien aumentaré el ritmo para dar alcance a dos corredores que nos han adelantado un poco antes, uno de ellos es Txus Unsión -de Manttale-, un veterano de Bera duro de pelar, pero también acusa los kilómetros y le echaré el guante al llegar al puente que cruza el Arakil.  Lakuntza está ahí arriba, a menos de un kilómetro ¡pero cuesta arriba!

Mantendré un ritmo mediano toda la subida hasta la meta salvo los últimos metros en los que avivaré la marcha porsiaca me pillan.  Mi tiempo: 02:55:00   __ Clasificación

22 segundos menos que en 2009.  Más viejo pero más rápido  ¡¡No está mal!! 

Este domingo nos las veremos en Ezkaurre, la Camille Extreme celebra su séptima edición y gracias a Adi-Ike estaremos otra vez en Isaba para sufrir y DISFRUTAR.

domingo, 12 de junio de 2011

Canfranc-Canfranc 2011



V Edición de esta Carrera de Montaña.  Con salida y llegada en Canfranc Estación (1.190 mts)  Una prueba con unas cifras que asustan: 42 kmts de distancia y 9000 mts de desnivel acumulado.  Eso en la modalidad A, porque también está la B con 32 kmts y un tercio menos de desnivel.  El año pasado ya me aventuré a la prueba larga pero no pudo ser por las malísimas previsiones del tiempo que obligaron a la organización a meternos a todos en el recorrido B, además de quitar la ascensión final a la cima de la Moleta.  Así pues el reto seguía pendiente y no me lo pensé dos veces para volver a inscribirme. 


En esta ocasión no me fue posible organizarme para ir el viernes a dormir a Canfranc y bien que lo he sentido por el excelente ambiente familiar que se respira en la cena ofrecida a los corredores y sus familias.  Así pues he puesto la alarma del móvil a las 4:05 AM y a pesar de haberme metido a la cama pasadas las 12 me he levantado como un cohete.

Ya lo tenía todo preparado, así que tras un buen desayuno me he puesto la ropa de faena y cargando con todos los trastos he salido del garaje a eso de las 5:30.  Noche cerrada, pero enseguida ha empezado a clarear y al subir el Puerto de Loiti he podido distinguir los perfiles de algunas cimas pirenáicas,  aunque había algunas nubes altas en el cielo el día prometía ser bastante bueno después de una semana de tormentas y viento norte.  Eso sí, en Villanúa el termómetro marcaba 4 grados  que han subido hasta 6 al llegar a Canfranc Estación,  al estar metido en el fondo de un valle supongo que la montaña le da algo de abrigo ¿u qué?

En esta carrera rara vez se pasa de 100 participantes, pero la categoría y procedencia de los mismos deja claro que es una prueba muy especial.  Hay corredores de País Vasco, de Asturias, Valencia, de Tortosa, estoy yo que vengo desde Pamplona y... está Salvador Calvo que ha venido de León por ejemplo.  Por supuesto también está Samuel, de Sabiñánigo, que me cuenta el tortazo que se dió en Zegama hace sólo dos semanas.  José Antonio Salgado, de Alsasua, "Pepinillo" de Zaragoza, Manoli de Castellón... Javi San Agustín, de Huesca, Miguel Angel de Sarrios Zaragoza...  Oscar Pérez López, el ganador del año pasado también está, será su 5ª Canfranc, así que sabe perfectamente lo que le espera, no como yo, je,je,..  Pienso que los organizadores tienen que estar super contentos porque su carrera cuente por segunda vez con el campeonísimo del ultra fondo Salvador Calvo.  Si una figura de primer orden como es este leonés, repite una carrera tan lejos de su tierra será por algo, está claro.

Muchos de ellos además correrán mañana en Nocito la Media Maratón de Guara, otra carrera de montaña bien chula pero ¡¡Dos super-carreras seguidas!!

Afotos aquí.

Crónica de un sufridor:

Ocho en punto y echamos a correr por la calle principal de Canfranc, primeros metros cuesta abajo hasta girar a la izquierda y cruzar el río Aragón. Llegamos a la falda de la montaña y nos internamos en un estrecho sendero que por una cerrada selva de pinos, hayas y abetos trepa muy, muy alto, hacia la Canal de Ip. Cientos de vueltas y revueltas pasando cerca del carretón de Ip. Apenas corro unos metros cuando la pendiente disminuye y el 95% de la ascensión lo haré andando y tirando de bastones. Manoli me anima cuando paso junto a ella, ¡qué valiente es esta chica! Como ella también se han animado otras 6 chicas y casualmente haré la subida con Mónica, con quien coincidí en la subida a San Miguel de Aralar en la Marcha de las Tres Ermitas.


Al salir del bosque ya podemos ver la cima de la Moleta. Una ladera de piedras por las que enseguida baja Samuel, el campeón de Sabiñánigo que ya vuelve de la cima, un minuto después lo hace Salvador Calvo y algo después lo siguen haciendo otros máquinas. A mi todavía me queda un rato para llegar arriba, me cruzaré antes con Salgado y Javi de Peña Guara ¡Qué envidia cómo van! Finalmente por una fácil canal alcanzo la cima donde dos voluntarios van tomando nota de nuestros dorsales. Es obligatorio hacer unas fotos.

¡Y ahora para abajo! Los primeros metros por el pedregal no voy nada cómodo y mis pies van con miedo de pisar mal.  Bueno, no pasa nada, enseguida llegamos al pie de la ladera y ahora tiramos hacia el norte casi sin perder altura al principio, buscando las banderitas rojas, verdes y blancas.  A la izquierda el vacío,  la estación y el pueblo de Canfranc como si fueran maquetas, más de mil metros en vertical debajo nuestra.  Corremos por encima de los muros antialudes que cosen estas laderas para proteger el valle de avalanchas, obras faraónicas para las que hace muchos años construyeron el sendero por el que bajaremos hasta Col de Ladrones.  El piso es excelente para correr y conseguimos mantener un buen ritmo de carrera todo el rato.  Cuidadín al atravesar un túnel bastante largo y con escasa luz que entra por dos ventanas naturales, no vemos el suelo y levantamos levantamos bien los pies para no tropezar si hay piedras, después únicamente dos rampas un poco resbalosas en las que hay que echar mano a las ramas y a una cadena anclada en la pared.  De ese modo llegaremos juntos cuatro chicos de Villanúa, otro corredor , una chica y yo.  Los de Villanúa llevan camisetas blancas con el logo 2 KV Collarada,  en referencia al doble kilómetro vertical que se correrá este año por primera vez.  El quinto hombre del grupo se llama Carlos y es de Tortosa y compartiré con él los próximos kilómetros subiendo a la Raca.  Pero antes pararemos en el avituallamiento de Col de Ladrones donde  como unos 7 u 8 trozos de melón y un bocata de queso y jamón york, además de un botellín de acuarius. 

La subida a la Raca no es tan dura ni larga como la de la Moleta pero mis piernas acusan el trabajo que llevan y a mi me cuesta más, sobre todo los últimos metros fuera de sendero por una empinada rampa de hierba. Poco antes de salir del bosque me dan alcance los 4 de Villanúa, a quienes hacía rato venía escuchando pues casi no han parado de hablar y hacer bromas durante toda la ascensión, como desde aquí casi pueden ver su pueblo, cada dos por tres lanzan su grito de guerra: ¡Villanúaaaa!! para darse ánimos. Carlos de Tortosa se me ha ido hace rato y al poco veo llegar también a Manoli -de Valencia- que sube como si fuera montada en una moto, me da envidia verla correr en los pequeños rellanos, donde yo sólo puedo seguir caminando. 



Y de ese modo alcanzo la cima de La Raca, animado por los gritos de dos voluntarios y de Ramón, que ha subido hasta aquí para fotografiar a todos los locos de esta aventura.  Gracias a ellos además podemos beber un poco de agua ¡qué rica! y es que aunque todos llevábamos isostares o acuarius lo que de verdad nos apetecía era algo tan simple y rico como el agua.  ¡¡Muchas gracias!!




Ahora viene bajar de la Raca hacia Candanchú, este año sólo quedan unos pequeños neveros de modo que nos comeremos la ladera con todas sus piedras.  Y no es que sea muy mal terreno pero es que mis pies están para muy poquito y me duelen un poco a cada paso que doy.  ¡Ufff!  Pienso muy seriamente en optar por la carrera corta y tirar para Canfranc por el Camino de Santiago pero pienso también en la camiseta tan chula que nos han dado: 42 kmts y 9000 mts de desnivel - ¡Coño!  ¿Cómo voy a ponérmela y explicar que yo no hice eso exactamente?  Pero de verdad que bajo muy mal y muy despacio por donde muchos otros seguro que han bajado dando saltos  ¡Qué frustración!

Menos mal que en el puesto de control de Candanchú todo el mundo tiene un excelente humor, beberé un botellín de acuarius y medio de agua, dos cachos de melón y otro bocata de queso y jamón york. Allí volvemos a coincidir los de Villanúa, mi tocayo de Tortosa y la chica de antes. Me miro el azúcar y tengo 144, no está mal. Entre eso y que se me ha olvidado el dolor de pies decido continuar con la opción A cosa que también han hecho antes que yo la chica de azul y Carlos. 

Una fotico con los más salaos de Villanúa
Me despido de los chicos del control y enfrento la última parte de la aventura.  Primero unos cómodos toboganes subiendo y bajando por pradera y algún bosquecillo de hayas hasta que llegar al pie del Tobazo, ahí las banderitas nos señalan la larga cuesta de hierba que debemos superar.  Me anima ver que mis piernas todavía funcionan en los primeros metros de subida y agarrando fuerte los bastones, paso a paso voy ganando altura.  No veo a nadie detrás y adelante los dos corredores que me preceden están a unos 100 metros.  Un leve viento de norte mantiene la temperatura fresca y hace más cómodo el ejercicio, sería muchísimo peor con calor.   El paisaje es de alta montaña y totalmente verde mire hacia donde mire, sólo los hoteles de la estación de esquí, cada vez más pequeñitos y los arrastres de los telesillas ponen una nota discordante en la postal. 

Arriba del Tobazo dos voluntarias me ofrecen agua o acuarius, tomaré un botellín de lo segundo y les preguntaré por dónde continúa la ruta.  Me señalan la montaña de enfrente explicando que deberé bajar al llano del ibón y subirla seguidamente.  Al verme suspirar desanimado intentan animarme:  - No te preocupes que no es mal terreno, parece más difícil desde aquí -.   - No, si no es por eso, es que no quiero subir más... - Les contesto, y dándoles las gracias me despido de ellas para iniciar la bajada al ibón.  ¡Otra vez mis pobres pies hacen que el descenso sea una tortura!  Los dos que me precedían han desaparecido de mi vista y no los veo por ninguna parte, pero en cambio me alcanza otro corredor que también se detiene para hacer fotos con su móvil.  Llegados al ibón intercambiamos las cámaras y nos hacemos una mutuamente antes de continuar, saltaremos un pequeño riachuelo en dos ocasiones y cruzaremos la pradera que rezuma agua en toda su extensión.  Estamos en el ibón de Tortiellas, pero el lago de montaña que pintan los mapas sólo se debe formar en el deshielo o en tiempo de lluvias, mejor porque no hemos traído barca.



 Al otro lado del circo afrontamos la última subida de la jornada, iré detrás del corredor que me ha alcanzado ahora, más que nada porque va más rápido que yo.  Lo digo porque en meta me reprochará que le costó bastante ir buscando las banderas de señalización mientras que yo sólo tenía que ir detrás.  El caso es que yo me he perdido en muchas ocasiones, así que  además de mirarle a él también miraba los banderines por lo que tanto me daba tenerlo cerca.

Pero chorradas aparte, los cuatrocientos metros de desnivel se me hicieron realmente duros, sólo me animaba a seguir saber que volver era peor, así que con la confianza de llegar arriba y haciendo alguna foto para poder respirar conseguí alcanzar el collado de Estiviella



Otros dos voluntarios estaban allí apostados y me informaron de que para bajar a Canfranc, que tan pequeñito se veía en el fondo del valle, contaba con un estupendo sendero, perfecto para correr.  Eran las 15:30 y tras dar un trago de agua a la botella de agua que me ofrecieron me despedí también de ellos y me lancé montaña abajo. 

-Te vas a hartar de sendero - Me dijeron, y era cierto.  Menos mal que era tan bueno como el de la primera bajada de La Moleta a Col de Ladrones, con un piso excelente salvo alguna zona más rocosa.  Tierra, hierba, hojas... qué más podía pedir?  Que se terminara pronto, pero eso era mucho pedir.  Mirando el reloj contaba los minutos para que dieran las 4 pues me hacía ilusión llegar en menos de 8 horas pero las cuatro llegaron y todavía veía los tejados de la estación ahí abajo, un poco más cerca eso sí, pero lejos todavía.  Menos mal que los pies no me incordiaron demasiado en la bajada gracias a que era muy tendida, pero si hay que bajar 1000 metros de desnivel eso se traduce en pichicientos mil zig-zags por una ladera interminable...

Eran las 4:29 cuando llegaba corriendo al polideportivo de Canfranc.  Ocho horas y veintinueve minutos después.  ¡¡¡ Conseguido !!!      ___ Clasificación___

 
Glucemia a las 16:34 = 85. 

Material en la mochila: Bolsa camel back con litro y medio de isostar, 6 barritas, 6 pastillas de gluco-sport, un bocadillo de jamón, cámara fotos, bolígrafo de insulina, medidor, chubasquero, buff y camiseta de repuesto. Además de los bastones que vienen muuuuy bien subiendo.  Zapatillas: Kalenji, que ya me están mosqueando pues me han dado problemas en el San  Cristóbal y aquí.  ¿Será verdad que lo barato es caro? 

Si queréis ver una crónica mucho mejor: Corriendo por la Sierra

Si queréis echar un ojo al blog de la chica más valiente de Canfranc ( y de Valencia): Todo es posible

Si queréis echar un ojo a las aventuras de los hermanos Galve: De vuelta al estilo rústico

Nota final: En el folleto de la carrera (y en la camiseta), la organización señala 9000 mts de acumulado en la opción A, pero otras informaciones indican 7500 mts.  Parece mucha diferencia ¿No?  Más que nada es por si me pongo la camiseta y me preguntan...



miércoles, 1 de junio de 2011

II Trail San Cristóbal - Ezkaba

San Cristóbal desde el Caballo Blanco, en las murallas de Pamplona.  Foto hecha en marzo de este año.

Domingo 29 de mayo: Segunda edición de las dos pruebas, A y B.  La primera incluida en la Copa Navarra de Carreras por Montaña, sobre una distancia de 25700 mts y con un desnivel positivo acumulado de 1.457 mts; la segunda es la Carrera Popular sobre 18000 mts y 949 mts de desnivel positivo.

Las dos pruebas han sufrido variación en cuanto a distancia, desnivel y circuito.  La A pasa de 34 a 25,7 kmts pero gana en desnivel pues de 1360 mts pasa a 1457 mts, así pues será más corta pero más cañera.

La mañana sale impecable: temperatura fresca de 11 grados y cielo totalmente despejado, no hay viento, de modo que la temperatura subirá bastante como enseguida podremos comprobar. Nada más coger el dorsal me saluda un corredor que viste camiseta amarilla: - ¡Qué tal! ¿Carlos Cansamontañas no?  yo soy el anónimo de tu blog, je, je...  bueno, me llamo Edorta. - ,  ¡¡ Encantado hombre!!  Le saludo, recordando sus comentarios a la crónica de las Tres Ermitas, dura marcha que él también se curró hace unas semanas.  Edorta correrá la prueba B, así que nos deseamos suerte y seguimos con los preparativos.  Dejaré la mochila en los vestuarios de las piscinas, que cuentan con taquillas, la encargada de la recepción es una chica simpatiquísima que se presta a guardarnos las llaves, de modo que podremos correr sin preocuparnos de nada. ¡Muchas gracias!

Saludo también a Santi y a Félix camaradas del equipo Celigüeta-Atletismo Zizur, a Alberto y sus colegas de Adi-Ike,  a Mikel y a Ander, a Tedy, a Chema y Adolfo de la Vuelta del Castillo, a los amigos de Humiclima: Josemi, Oscar, Juan Miguel, Iñaki, Jose Miguel...  José Antonio de Hiru Herri y un montón más de locos, incluso está Mikel Ucar, mi colega de la Asociación de Diabetes -ANADI-, que se ha animado para hacer la corta.  Todos nos situamos en los corralillos de salida, primero los machotes de la prueba A y segundo los locos de la B, bueno, el calificativo puede cambiarse si se quiere.  Notamos el calor del sol mientras esperamos la salida y escuchamos el sonido ancestral de la txalaparta: los palos golpean sobre las tablas con un ritmo machacón, repetitivo... el mismo que llevarán nuestros pies enseguida.

Nueve y media y nos lanzamos desde la plaza a correr por las calles de Ansoáin en dirección a nuestra montaña preferida, el San Cristóbal o Monte Ezkaba.   Volaremos por encima de la Ronda Norte cruzando la pasarela que nos lleva a las faldas de la montaña.  Esta parte del camino la conocemos, es un ancho sendero de nueva factura que en dos zig-zags coge un poco de altura y nos lleva hacia la derecha.  Dos kilómetros y nos encontramos corriendo en fila por una estrecha cresta, el piso es roca pura, afiladas placas de piedra inclinadas que no prometen nada bueno si damos un mal paso.  La pendiente permite correr pero es pronunciada, yo voy justo e intento no despegarme del corredor que me precede, lo último que querría es hacer un tapón aquí donde prácticamente es imposible adelantar.  El repechón es duro y todos sufrimos hasta llegar arriba e iniciar una bajada.  Kilómetro 4 ó 5 y avituallamiento, sólo beberé un vaso de agua y casi sin parar proseguiré ahora por una pista que nos lleva por la ladera norte de la montaña.  La pendiente aumenta y mi ritmo disminuye, al tiempo que me adelantan algunos corredores, entre ellos Santi - o Krosman como le decimos en el club-, pienso que tiene que ir en muy buena posición pues salía detrás nuestra para hacer la corta,  y sólo me han pasado unos pocos corredores todavía.   También me pasa Edorta, Iñaki y Jose Miguel de Humiclima ¡¡y Pantani!!  no es el ciclista sino Manuel Calvo, del club Txantrea que siempre dice lo mismo cuando te adelanta en una carrera: -¡Ya me cogerás después!- .   Lo cogeré un poco más arriba pero después volverá a adelantarme y es que yo no voy muy alegre hoy.  Me noto justo de fuerzas subiendo y no consigo pillar el ritmo de otras carreras, además me preopucan las zapatillas: unas Kalenji de 40 euros que me pillé hace dos semanas en el decartón y a las que no he hecho muchos kilómetros.   Enseguida notaré cierto roce en el talón del pie izquierdo y haré un par de paradas para reajustar el calcetín, pero sigo notando molestia ¡mecachis!  Sobre todo en las bajadas, como en la del kilómetro 7 que es casi vertical ¡madre mía que nos caemos!   Al llegar abajo tenemos un avituallamiento líquido y sólido: dos vasos de agua, uno de isostar, dos cachos de plátano y a correr otra vez.  Nos acercamos al temido cortafuegos pero antes de enfrentar el repechón más duro de la prueba, afrontaremos un par de toboganes, y es que casi no hay un metro horizontal.  Hace un rato que voy con David un amigo y vecino de Zizur con quien hoy correré casi toda la prueba.  Los dos juntos subimos por fin el cortafuegos y al llegar arriba los voluntarios nos dirigen hacia la derecha mientras que los de la opción B -la corta- continúan subiendo hasta el fuerte.   Nosotros bajaremos por un estrecho sendero que baja en dirección a Artica, corremos entre robles y alguna encina poniendo todo el cuidado posible para no tropezar en las raíces y piedras que jalonan la ruta.  No llegaremos a Artika puesto que el recorrido nos desvía hacia Berriozar primero y Aizóain después.   Tobogán tras tobogán, subimos y bajamos ahora bajo un alto bosque de pinos silvestres, hasta que salimos a la parte de la montaña casi desprovista de arbolado tras los incendios de hace unos años.  Otro avituallamiento, estamos en el kilómetro 15 y ya notamos un poco los kilómetros, eso que tanto David como yo vamos bastante tranquis, el primero porque ha salido recientemente de una lesión en el tobillo y yo porque desde luego no tengo el día y además tengo la dichosa rozadura en el talón: incluso me he quitado la plantilla de la zapatilla para ver de mejorar el tema pero nada, por lo menos subiendo no me molesta mucho.  Y ahora nos toca subir, esta vez hasta el fuerte.  Primero vamos por entre un ralo sotobosque de encinas jóvenes ¿o son coscojas? y es que apenas nos llegan a la cintura, pero crecen espesas y si no pasa nada dentro de unos años prometen ser un bosque excelente.  La segunda subida del día por el cortafuegos de marras se me hace un poco más llevadera, doblando la espalda y echando mano a las rodillas ascendemos resoplando por esta escalera de gigantes.  Arriba, muy arriba unos voluntarios hacen sonar una sirena, cada vez la oímos más cerca y por fin ya estamos.  Un poco más y salimos a las campas próximas al Fuerte de San Cristóbal.  Veo a unos enfermeros de la Cruz Roja y les pido un poco de esparadrapo para mi talón, en un minuto lo tengo listo y tras darles las gracias me tiro al puesto de avituallamiento donde me espera David, bebemos agua, isostar, más agua y ¿plátanos? no, con este calor prefiero pillar tres cachos de naranja que engullo con placer. 

Nos toca rodear todo el fuerte, es una vuelta bastante larga y la primera parte cuesta arriba.  Las vistas son magníficas pues el día como he dicho es despejado y el aire limpio permite ver toda la ciudad de Pamplona a nuestros pies,  a su lado otras poblaciones de la cuenca y polígonos industriales.  Conforme damos la vuelta al fuerte pasamos a la otra vertiente que es radicalmente distinta: Sólo algunos pueblos pequeños y fincas de cereal en medio de prados y bosques, montes y más montes en una sucesión de sierras que se pierden en el horizonte ¡qué lejos parece estar la ciudad!

No sé si David se ha despistado con el paisaje pero el caso es que tropieza y da una voltereta sobre unos arbustos.  Menos mal que en esa zona no había mucha caída porque un poco más allá habría ido monte abajo o peor aún ¡a los fosos del fuerte!   No se ha hecho nada y enseguida retoma el ritmo.  Tras completar la vuelta enfilamos por la cresta de las antenas para iniciar el descenso ¡por fin! que nos ha de llevar a la meta en Ansóain.

La bajada la hacemos a muy buen ritmo adelantando a algunos corredores, entre ellos a José Antonio, de Hiru-Herri, que va un poco regular y acusa la falta de costumbre en estas lides (lo suyo es el asfalto).  El apaño que me han hecho en el pie ha estado bastante bien y consigo correr incluso en el último tobogán que asciende un poco antes de volver al camino nuevo de la primera parte de la carrera.  El sol atiza fuerte ahora pero no tengo ningún problema en correr a toda velocidad, ¡que diferencia con el año pasado, cuando en esta parte me vacié y no disfruté nada!   Los últimos dos kilómetros pasan rápidos y con buenas sensaciones por lo que apretando los dientes exprimo todas las fuerzas que me quedan y entro en meta asfixiao perdido en un tiempo de 03:13:00.   David entrará detrás mía  ¡¡Un placer correr contigo compañero!!

Resultados de las dos pruebas aquí.

Felicitar a Alberto Vela, quien ha conseguido hacer un magnífico 3er puesto en veteranos.  Y a Santiago Oroz que con un 12º puesto en la general de la prueba B demuestra estar en un formidable estado de forma.  ¡¡Enhorabuena!!

Felicidades también a la organización, que ha trabajado tan bien para asentar esta magnífica carrera en la montaña de referencia para Pamplona,  con un recorrido duro pero precioso.  Y muchas gracias a todos los voluntarios que estaban en todas partes animando y cuidándonos, sin vosotros no habría carrera.  Mila Ezker !!
San Cristóbal desde la Media Luna.  Debajo nuestra el rio Arga y las huertas de la Magdalena. 
Foto tomada en agosto 2010.  Album Vuelta a Pamplona.

Mis glucemias: 236 al levantarme a las 7:24, me he puesto 3 uds de novorapid y ha caído un café con leche, dos tostadas y unas nueces;

159 a las 8:49 en Ansoáin, me he comido dos plátanos y una barrita de cereales.

Durante la carrera, excepto en el 1er avituallamiento donde sólo he bebido agua he tomado isotónico en otros 4 puestos, además de plátanos y trozos de naranja.

A las 13:22 después de ducharme tenía 161, así que no he comido mucho en el lunch que nos ha ofrecido la organización, eso sí, dos cervezas frías han entrado de maravilla.

A las 16:07 que me he puesto a comer en casa 151.  Me he puesto 3 uds de novorapid y ha caído un plato de paella que me sobró de ayer que no veas...