Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

viernes, 30 de julio de 2010

Unos días en Zaragoza (23 al 29 de julio)



En vacaciones puedes coger a la family e irte a la playa o a la montaña, pero también puedes ir a Zaragoza. Si además has nacido en esa ciudad sabes perfectamente a lo que te arriesgas: 40 grados a la sombra por el día y noches tropicales en las que es preferible pasear por el parque más próximo o apuntarse a un concurso de beber cerveza helada, cualquier cosa antes que meterse en la cama sudando sin poder conciliar el sueño. En los últimos tiempos la mayoría de las viviendas cuentan con aire acondicionado y aunque los de mi generación sobrevivimos sin problemas a los veranos de los años 70 hoy no dudamos en darle al botón y encender el maravilloso "aire" para rebajar la temperatura de casa. Yo sobre todo me acuerdo de algunas tardes en que salía de casa sobre las 4 para ir a jugar al frontenis en los Salesianos. Me cruzaba con muy pocas personas en el camino al colegio: 10 minutos buscando las escasas sombras de árboles y edificios y respirando un aire que casi quemaba. Pueden imaginarse la de litros de agua que bebíamos en la fuente entre partido y partido. Yo aquello me lo tomaba como una heróica prueba de resistencia, del mismo modo que en invierno luchaba contra el cierzo helador o me encogía temblando en esa niebla que te metía el frío hasta los huesos. Decididamente un zaragozano puede adaptarse a vivir en cualquier lugar del planeta, lo mismo dará el desierto del Sáhara que la taiga siberiana porque los 43º a la sombra o los 43º bajo cero (sensación térmica) ya los hemos soportado en la capital del Ebro.No obstante y yendo a la cuestión, les diré que la fortuna ha estado de mi lado porque durante la semana que hemos pasado en Zaragoza en casa de mis padres yo y mis dos chavales (la jefa se quedó en Zizur de rodríguez), el cierzo no ha dejado de soplar, convirtiendo el VERANO extremo del Valle del Ebro en una luminosa y suave Primavera. Sólo el miércoles paró un poco el aire y llegamos a coger unos 32 grados pero fuera de eso la cosa ha sido muy llevadera.



Gracias a eso hemos podido dar buenos paseos en bici por la Ribera del Ebro y yo he entrenado super-bien, saliendo a correr un día por el meandro de Ranillas, otro por la Ribera del Ebro hasta el Gállego y el último día hasta los Galachos de Juslibol desde casa (1h 50 min desde Monsalud ida y vuelta). Además también hice dos salidas con la bici subiendo a la Plana de María gozándola como un enano por el Barranco del Montañés y alucinando viendo cómo se cruzaban en mi camino algunos conejos. Definitivamente han sido unos días muy buenos en los que me ha dado tiempo de todo: Disfrutar de la familia y de mi Zaragoza querida.

Pasear un día por las riberas del Ebro y al siguiente por la desértica estepa de los Montes de Torrero es pasar de un extremo al otro del paisaje aragonés: Agua y verde primero, desierto después. Pero ojo, si te internas en el desierto descubres que también hay rincones y parajes amables, donde crece el pino carrasco, la coscoja y la encina. Pero hay que ir muy lejos, algunos kilómetros por la estepa salpicada de romero, esparto y sisallo. Vale la pena ir hasta allí y subir a las Planas de María, a más de 400 mts por encima del Valle del Ebro para poder divisar la inmensidad de un paisaje duro y pleno de contrastes.

Más allá de los Montes de Torrero: Territorio Apache, como decía un amigo cuando ibamos a su pueblo.

Un pino solitario en la inmensidad de la estepa.

Laderas de la Plana, bien cubiertas de un denso bosque de pino carrasco.

Más fotos.

miércoles, 21 de julio de 2010

En bici por Urbasa

Ayer martes era mi segundo día de vacaciones, había hablado con Sergio -mi benjamín- para salir a dar un voltio bicicletero por el monte y el itinerario decidido fue Urbasa: El plan era dejar el coche en el parking próximo a la oficina de turismo que hay nada más subir el puerto desde Olazagutía. Ahí donde sale la pista asfaltada hacia Otsaportillo, por donde debíamos ir algunos kilómetros hasta desviarnos en el cruce de Tximista en dirección a la Ermita de San Adrián. Se nos unió Julen, un amigo de Sergio que está hecho un campeón sobre la bici, así que para allá que salimos los tres desde Zizur a eso de las 10 de la mañana en un día espléndido de verano.
A las 11 de la mañana nos bajamos del coche y ya estábamos listos para coger las bicicletas e iniciar nuestra aventura. No estamos en el comienzo del carretil a Otsaportillo sino en la zona de Morterutxo donde arrancan una pista y hay un camino acondicionado para minusválidos, no obstante decido tirar por ahí pensando que más adelante saldremos a la pista principal que discurre paralela. Craso error: Al principio la pista es buena y permite pedalear sin dificultad pero más adelante se estropea bastante y acaba convirtiéndose en un sendero, como sigo pensando que en esa dirección tenemos que acabar por desembocar en la pista que sube a Santa Marina y San Adrián seguimos adelante siempre dentro de una espesa selva de hayas.

Una hora más tarde nos encontramos con zonas en las que teníamos que caminar empujando la bici y totalmente desorientados, una parada para almorzar y recuperar fuerzas y decidimos darnos la vuelta desandando una parte de nuestro recorrido hasta un cruce que habíamos dejado atrás. Así lo hicimos y esta vez sí que, con gran alivio por mi parte acertamos con el camino correcto pues en 500 metros desembocamos en la pista asfaltada de Otsaportillo, la seguimos durante un kilómetro y llegamos al desvío en dirección a San Adrián, por el que nos metimos monte arriba. El problema es que habíamos perdido 2 horas y un montón de energía en dar vueltas por el bosque y ahora los chavales, Sergio sobre todo no estaba para más subidas. En fin, qué le vamos a hacer, otro día volveremos y no haremos el indio.

A las dos de la tarde estábamos de regreso en el coche, 21 grados de temperatura bajo las hayas y una fresca brisa moviendo las hojas de los árboles, daban ganas de quedarse a echar la siesta pero pensando en la piscina de Zizur recogimos todo y emprendimos la vuelta en dirección a Estella por Zudaire. Pasamos por el raso de Urbasa: Una extensa superficie de pasto libre de árboles cuya imágen me hace pensar en la sabana africana, sólo que con vacas y caballos en vez de ñus y cebras.

Llegando a Estella el termómetro del coche marcaba 32 grados, los mismos que en Zizur Mayor, muy cerquita de Pamplona. ¡¡A la piscina!!

Sobre las 9 de la tarde de ayer calleron varias tormentas en el Norte de Navarra: En la Cuenca de Pamplona se registraron alrededor de 60 litros. Menos mal que no nos perdimos en la Sierra de Urbasa...

Camille Extreme

A las 9 en punto, tras asistir en primera línea al homenaje que la organización ha brindado a la primera expedición vasco-navarra al Everest en 1980, hemos salido disparados a "comernos" los casi 32 kilómetros de distancia de esta durísima prueba. Como me había puesto en la cabeza enseguida comienzan a adelantarme por un lado y por otro decenas de corredores y eso que mis piernas llevan un ritmo bastante rápido al contagiarse de la velocidad de las demás. Los primeros kilómetros pasan rápido y sólo ralentizamos la marcha en algún breve repecho. Sendero y pistas forestales se suceden alternativamente hasta que llegamos a Belabarze, un verde y despejado valle que más arriba comunica con Aragón en el puerto de los Navarros. De continuar por la estrecha carretera en pocos kilómetros llegaríamos a ese puerto pero el itinerario asciende por estrecho sendero y bosque trepando hasta lo alto de una sierra en la que descuellan tres altos: Punta Murúa (1240 mts), Garbisa (1550 mts) y Punta Iturburua (1590 mts); pasaremos por las tres en un duro subi-baja entre altos bosques de pinos silvestres y verdes rasos donde pastan vacas y caballos, un precioso paisaje de alta montaña: A nuestra derecha la blanca osamenta de Ezkaurre se levanta por encima del oscuro bosque y a nuestra izquierda las cimas de Belagua, más lejanas y altas: Anie y la Mesa que todavía conservan algunos neveros. Avituallamiento en el kmt 9, dos trozos de plátano, agua y acuarius, y seguimos subiendo y bajando. Bajando ahora en picado hasta la carretera que ahora sí seguiremos hasta el Puerto de los Navarros, un kilómetro cuesta arriba donde parece que casi no corremos, hasta que nos metemos de nuevo en un sendero que a los pies de Ezkaurre discurre por entre un denso bosque de jóvenes hayas. Segundo avituallamiento: Más plátano, más agua y más isotónico; el aire todavía está fresco pero cuando salimos de la sombra bajo los árboles el sol nos avisa de lo que nos aguarda hoy: Mucho calor.

Durísima la subida por este hayedo donde cogemos altura a ojos vista y con la lengua fuera. Salgado me adelanta poco antes de salir a las piedras: ¡Otro veterano menos! -saluda con alegría- ¡Qué bien vas! - contesto con envidia sin dejar de subir pero viendo como poquito a poco el corredor de Dantzaleku Sakana, bastones en mano y a buen ritmo se va alejando montaña arriba. Paso al lado de Tedy -Racu-, que está parado a un lado de la subida, - ¿Qué pasa tío? - le pregunto preocupado - Regular - me contesta, pero ya vamos - ¿Quieres un gel? - le insisto. - No, no hace falta sigue tú-. Estamos en la parte más dura de la prueba y si no tienes el día es aquí donde pagas la factura. Continúo hasta llegar a la cima donde me saluda también el bueno de Ramón (Monrasin), hoy tenía que estar corriendo con nosotros, pero un inoportuno catarro le ha hecho cambiar de idea y en lugar del dorsal se ha pillado la cámara y la mochila y se ha plantado aquí arriba para retratarnos a todos. Sopla un leve viento fresquito aquí arriba, en los 2047 metros de la cima. A gusto me sentaría un buen rato a disfrutar de un día limpio y claro como el de hoy, en el que te parece poder tocar el horizonte de montañas y valles en los 360 grados alrededor pero lo dejaremos para otro día. Me acercaré mejor al avituallamiento y me pondré morado de rodajas de sandía, riquísima y más acuarius y más agua. Y ahora intentaremos correr montaña abajo por un pedregal infame en el que no puedes descuidarte un segundo. Sólo tenemos ojos para ver dónde pisamos, esa piedra se mueve, esa es pequeña, cuidado esa otra y así, poco a poco y casi andando perderemos altura. A Salgado ya ni lo veo, es el rey bajando y además un experto en el manejo de los bastones así que no tengo ninguna oportunidad.

Hemos pasado el kilómetro 20, ya queda menos pero quedan tres "tachuelas" que a estas alturas se hacen bastante duras: La Punta Godía (1763 mts), el pico Armaia (1700 mts) y Cañasillos (1646 mts) sobresalen en un largo y verdel cordal que se aleja de Ezkaurre hasta Ardibidepikua, una peña que asoma justo encima de Isaba. Coincido en esta parte con Javi San Agustín -de peña Guara-, otro veterano que también baja mejor que yo, pero hoy le cuesta adelantarme porque lleva el estómago un poco revuelto, por eso vamos juntos un rato hasta que en la segunda tachuela (Armaia), se me acalambran los cuadriceps, sobre todo el derecho y me detengo un minuto. Son muy pocos metros hasta la cima, pero subo muy mal y suerte que arriba uno de los voluntarios tiene reflex y con una buena rociada me alivia el problema. Además ahora toca bajar así que vamos para allá.

Me alcanzan Alberto -Gares- y Mikel -Korriko-, que están haciendo una buena carrera y van más frescos que yo, los tres vamos juntos a media ladera durante un par de kilómetros en esa parte antes de entrar en el bosque y donde el piso consiste en una inclinada pendiente de hierba donde los pies sufren lo indecible por la posición forzada y los muchos kilómetros que llevan de tute. También nos tiramos por rampas vertiginosas de hierba y tierra que requieren toda la atención para no echar por tierra nuestra aventura en su parte final. Pero es que ya tenemos el cuerpo para muy poquito y por eso yo al menos pillo la pista de hormigón que desciende a Isaba con bastantes ganas: El estrecho carretil que comunica el repetidor de Ardibidepikua con Isaba nos permiten bajar sin pensar en piedras, ramas ni sorpresa alguna, sólo nos dejamos caer poniendo el freno lo justo para no pasarnos de velocidad mientras rezamos para que no aparezca una ampolla en el talón o similar. Alberto me dice que en esta parte su garmin le marcó una velocidad de 3min 30 sg por kilómetro y no me extraña porque en meta me sacó casi 4 minutos de diferencia en sólo los últimos 3 kilómetros, Mikel -korriko- también entró casi un minuto antes que yo. Mi tiempo: 4 h 8 min 23 segundos de disfrute y sufrimiento a partes iguales.

La meta daba paso al frontón cubierto de Isaba, donde disponíamos de todo lo necesario para reponer las calorías quemadas: Migas, queso, jamón, frutos secos, sandía, agua, cerveza... ¡¡Cerveza!! Me bebí un botellín de San Miguel de un trago nada más llegar. Además me puse morado de agua y después de la ducha (fresquita) se me puso el cuerpo peor que regular con lo que no pude disfrutar demasiado del encuentro con los amigos: Salgado, Ramón, Manoli, Mina, Pinillos, Haimar, Iñaki, Alberto, Mikel, Ander, Toño Algueta, Guillermo... Trescientos amigos ni más ni menos. ¡¡Hasta la próxima!!

Fotos pilladas del Blog de Monrasin y de Adi-Ike. Muchas gracias por vuestro trabajo y entusiasmo.

Clasificación aquí.

Mis glucemias: A las 5:16_ 167 (antes de desayunar); 8:13_69(comeré dos plátanos); 14:02_141 (después de ponerme morado en meta)_ Actualmente me pongo 5 uds de novomix 30 en el desayuno, 3 uds. de novorapid a mediodía y 6 uds de novomix 30 en la cena.

lunes, 12 de julio de 2010

Zumaia Flysch trail


El domingo 11 de julio se desarrolló la segunda edición de esta magnífica carrera que recorre los bellísimos parajes de la costa guipuzcoana entre Zumaia y Deba. El nombre de la misma hace referencia a una formación geológica: El flysch, palabreja de origen alemán que define el deslizamiento de las capas o sedimentos en el lecho marino y bla, bla, bla.

El caso es que con flysch o sin él, el entorno natural donde se desarrollan los 27 kilómetros del recorrido es una sucesión de paisajes y escenarios verdaderamente preciosos: Bosques de pinos, encinas y robles que asoman cien o doscientos metros sobre el mar, prados y huertas, caseríos escondidos en las faldas de montañas pequeñitas, medianas y grandes... Verde oscuro, verde claro, verde amarillo de un lado y el azul gris del Cantábrico del otro. El cielo gris también, cubierto de nubes bajas que nos quitan el terrible sol de julio, pero nos daría lo mismo si despejara porque siempre tendremos la brisa del mar ¿O no?

En cuanto a mi carrera contaros que fui con Alberto desde Zizur Mayor, además nos acompañaron su hija mayor y una amiga de esta que aprovecharon para andar un rato por la playa de Zumaia.

Niebla espesa y meona por la autovía que se traduce en nubes bajas en toda la costa, nos parece muy bien porque el sol siempre añade un punto de dureza en cualquier paseo y lo de hoy va a ser un paseo duro.

Recogemos el dorsal y una excelente bolsa de corredor compuesta por una gorra ligera que tiene muy buena pinta, camiseta técnica y Buff chulo. Saludamos a Alvaro -Alroba- (Equipo Mund) que viene muy bien acompañado por Paloma e Iñigo, además de Eladio Lantada un fiera de la montaña palentina de sobra conocido en estas lides. También andan por ahí Iñaki y Haimar -de Humiclima-; y Volcán -Euskaldunon Txokoa-; todo buena gente (con algún tornillo flojo pero muy, muy buena gente).

Los más de 300 nos agolpamos en la línea de salida situada en el casco antiguo de Zumaia y alcanzamos a ver a Edurne Pasabán, que recibirá el homenaje de la organización. Las 10 y echamos a correr calle arriba ¡menudas cuestas hay en este pueblo! Una vuelta y pasamos de nuevo por la calle de salida para salir ahora sí en busca del monte, de esos montes que aquí asoman encima del mar. Un sendero estrecho deja paso a un tramo de pista que enseguida dejamos para meternos de nuevo en un camino, corremos entre huertos, helechales, prados en los que pastan caballos y vacas...
El cielo sigue cubierto pero la temperatura es alta y junto con la humedad supone que sudemos a mares, y es que no vamos de paseo sino a toda máquina. El segundo kilómetro me sale en 8 min y medio a pesar de que contiene al menos dos fuertes repechos, así que me pongo el freno y prosigo más tranqui. Eso sí mantengo la carrera en todas las subidas y algunas son muy, muy cañeras. Primer avituallamiento donde tomo medio vaso de agua, nada más porque estaba "alto" en la salida: 310, y seguimos para adelante, arriba y abajo.


La costa a nuestra derecha, el mar está tranquilo y apenas se ven olas, pero el paisaje es bravo y de reojo podemos admirar los paredones verticales que aquí marcan la frontera entre la tierra y el agua. Cuando llego al kilómetro 12 decido parar un poco más el ritmo de carrera porque ya estoy tocado y todavía no he llegado a la mitad. Comeré dos cachos de plátano en el segundo avituallamiento, hay muchas más cosas pero con eso, un trago de isotónico y otro de agua tengo más que suficiente. Y seguimos corriendo: Descendemos hasta casi tocar la orilla y después acometemos una dura subida por un sendero, trepamos arriba por la verde ladera y nos comemos unos 100 metros de desnivel, ¡¡para bajar otra vez!! y ... ¡¡subir casi 200 mts!!

Durante unos kilómetros iré en la cola de un grupeto de 5 corredores, me anima ver que consigo mantener su ritmo tanto en bajadas como en subidas y después del cuarto avituallamiento (kmt 20 de carrera) proseguiré a mi bola adelantando o siendo adelantado por otros corredores.

Ya estamos de vuelta en Zumaia, atravesamos algunas calles, no recuerdo si la carrera eran 26 ó 27 así que no sé si quedan 1 ó 2 kimts, por eso me sienta tan mal enfilar todavía una dura -durísima- subida de unos 50 mts.
Eso sí, el público nos hace pasillo y nos anima entusiasta como lo haría en el Tourmalet o en los Alpes al paso del Tour. Por fin arriba y ahora sí, la última bajada que nos lleva al bidegorria, el carril bici que durante algo más de 500 mts discurre recto en paralelo al puerto de Zumaia, me adelantan un par de corredores pero paso de pelear y dejo que se vayan, sospecho que todavía queda un poco y no quiero lanzarme todavía. ¿Cuanto queda? - pregunto a un voluntario y me contesta que 2 minutos, osea medio kilómetro así que ahora sí, aumento la velocidad cuando doblo para meterme por la primera calle del pueblo y después de otras dos calles ahora sí, veo el arco de Salomón y después el de la meta y me lanzo como un ceporro consiguiendo parar el reloj en 2 horicas y 34 minutos.

La organizacion nos ofrece un "autoservicio" estupendo para reponer fuerzas y después de 3 rodajas de melón, 2 yogures y un botellín de agua "sólo" tengo 114 de glucemia ¡¡Genial!!

Las afotos las he tomado prestadas de la web de la carrera, en total hay más de 700 y si queréis echarles un ojo podéis pinchar aquí.

Como podéis ver, esta zona de la costa vasca es un paraíso cercano que vale la pena conocer, ya sea con paraguas o crema de sol, el cantábrico más auténtico y salvaje nos está esperando. Imaginaros un paseo por aquí con temporal en la mar... Alucinante fijo.

viernes, 9 de julio de 2010

Volvemos a San Donato


Sí señor, qué mejor para superar una resaca sanferminera y futbolera que volver a sudar los mil metros de desnivel que separan la cima del Beriain (1493 mts) de Uharte Arakil (494 mts).

Y como esta vez no tenemos niebla y el día apunta caluroso, quedamos a las 6:30 de la mañana para salir de Zizur Mayor, de esa forma son las 7 de la mañana cuando llegamos a Uharte y salimos para arriba a pasito tranqui porque el día anterior, San Fermín, ha sido un día muy agitado: Al cachondeo normal de las mejores fiestas del mundo le sumamos la marcha que nos dio el golazo de Pujol clasificándonos para la Final de este Mundial irrepetible.


Pasamos calor en la dura subida al Puerto de Uharte (1359 mts), pero al acceder a la parte superior de la Sierra, un suave viento sur nos alivia y refresca de la paliza. Son sólo las 8:30 y el sol empieza a levantarse hacia el Este en un cielo totalmente limpio de nubes, en esa dirección podemos distinguir las siluetas de Peña Izaga y la Higa de Monreal, en un día claro podríamos ver también los Piris pero hoy la calima del verano lo impide.

Corremos por los verdes puertos en dirección a la Ermita de San Donato, cruzando por entre los rebaños de ovejas que asustadas, se espantan y balan enfadadas: Doooooodeeee vaaaaaais con taaaaaaanta prisaaaaaaaaaa...




Un par de fotos en la ermita donde no hay un alma y seguimos hacia el Oeste por los verdes puertos del Beriain. Delante nuestra el Araitz y el Aitzkorri delinean también sus siluetas y si tuvieramos alas podríamos seguir nuestra carrera hasta ellos, pero como solo gastamos zapatillas nos tiramos a nuestra izquierda, al Sur, asomando a los abismos que caen sobre Unanua, Torrano y Lizarraga en el Valle de Ergoiena para tomar el estrecho sendero que en múltiples zig-zags desciende al fondo del valle.


El domingo pasado no nos atrevimos a buscar la ruta que rodea el pie de la montaña en busca de Uharte-Arakil pero hoy no hay niebla y podemos orientarnos perfectamente. Disfrutamos de un corto tramo fuera de caminos por un bosque de cuento, y enseguida nos vemos corriendo de nuevo bajo las paredes Norte de la montaña. El Sol calienta sin piedad, pero la ruta discurre en su mayor parte bajo la sombra de hayas y robles de modo que no podemos quejarnos. Además son sólo las 10cuando estamos de vuelta en el pueblo: Tres horas de disfrute y de desintoxicación San Ferminera. Mañana más.

El vídeo de la jornada podéis verlo aquí.

Mis glucemias han ido mucho mejor que el otro día:
Antes del desayuno, a las 5:45__ 137; en Uharte Arakil, a las 7:32__260; en el Puerto de Uharte, a las 8:39__61 (he subido sin tomar nada de nada); al llegar de nuevo al coche, a las 10:20__135. Sólo he comido dos barritas de frutas y bebido medio litro de agua con isostar muy diluido.

lunes, 5 de julio de 2010

San Donato... Dos mejor que una.

Domingo cuatro de julio, Alberto y yo salimos de Zizur Mayor rumbo a Uharte Arakil con la intención de hacer un buen entreno por la zona. La idea original era repetir la excursión de mayo: Es decir subir a San Donato, bajar y subir a San Miguel. No osbstante, sobre la marcha pensamos en otro itinerario consistente en subir al portillo de Uharte (arriba de la Sierra) y en lugar de tirar a la ermita bajar hasta Ollo para volver a subir montaña arriba y descender hacia otro pueblo: Unanua, desde donde subiríamos a San Donato y bajaríamos de regreso a Uharte.

Mi glucemia a las 6:15 antes de desayunar fatal: 201, y a las 7:37 al dejar el coche en Uharte peor: 380. ¿Qué hacer? ¿Me pongo dos uds de rápida? No, mejor me bebo dos buenos tragos de agua y echo a correr con Alberto monte arriba. La subida es brutal y la sudada de campeonato. Esta noche no ha refrescado casi pues ha estado cubierto y las nubes siguen tapando el cielo sin dejarnos ver los altos de la sierra.

Antes de llegar al portillo de Uharte, en la zona más aérea del sendero nos llevamos un pequeño susto pues unos metros delante nuestra vemos caer un pedrusco a toda velocidad montaña abajo: Hay un rebaño de ovejas encima nuestra y a buen seguro que una de ellas es la causante del desaguisado, nos acordaremos de ella en la próxima costillada... Arriba no se ve nada de nada pues la niebla lo cubre todo. Pensamos que levantará enseguida pues en nuestra vertical casi se vislumbra el azul del cielo, así que tiramos monte abajo en dirección a Ollo. Mi glucemia por cierto aquí arriba: 114, hora: 8:53. Trago de Acuarius y una barrita de frutas para celebrarlo.

Perdemos altura correteando por hierba y piedras durante unos 20 minutos hasta comprobar que vamos a ciegas y que aún siendo un terreno fácil nos arriesgamos a que la excursión se alargue más de lo deseado y sobre todo a no disfrutar nada en estas condiciones. Así pues volvemos sobre nuestros pasos y subimos hasta la ermita, donde podemos disfrutar de unos minutos de sol al asomar un poquico por encima del mar de nubes.

Oye Carlos -me dice Alberto-, ¿Porqué no bajamos a Unanua y hacemos ese recorrido que puso tu cuñado en la revista Trail hace un par de años? ¿Te acordarás del camino? - Creo que sí - contesto - hay una zona fuera de sendero pero la recuerdo bien, ¡vamos allá!. Y nos volvimos a meter en la niebla bajando por la ladera opuesta de la sierra que cae sobre Unanua. No podemos ver la Sierra de Urbasa y Andía enfrente nuestra ni los pueblecitos de Torrano, Unanua y Lizarraga en el fondo del valle, no vemos más allá de 5 metros delante de nuestras narices y menos mal que el sendero está bien marcado en la cascajera porque si no...

Muy abajo ya entramos en el bosque y llegamos al punto donde hay que dejar el sendero que lleva al pueblo para iniciar el rodeo de la montaña. Decirlo es más fácil que hacerlo porque a los 10 minutos tengo claro que con semejante niebla no me atrevería ni a ir al Super de mi barrio, así que replanteamos nuevamente la aventura y decidimos ir a lo seguro: Volver sobre nuestros pasos subiendo a la ermita again para bajar a Uharte por el mismo camino. La subida no se me hace muy larga, además nos anima ver cómo pasamos a grupos de excursionistas con quienes nos hemos cruzado en la bajada y que todavia no han llegado arriba: ¡¡Semos unos monstruos!!

Una vez arriba de nuevo comprobamos que la niebla sigue sin comerse la ermita, pero no nos quedamos a tomar el sol porque Alberto tiene un pollo esperando en el horno y no piensa más que en la sagrada comida del domingo y en la bronca que le caerá si llega tarde. Así pues a trote rápido nos tiramos por la ladera Norte.

Aquí ya los kilómetros y sobre todo los metros de desnivel me empezaron a pasar factura en las piernas y mis muslámenes se quejaron un poquico en esta bajada interminable.

A las doce por fin llegamos al pueblo, mi glucemia 127; mi ánimo de cara a las próximas carreras mucho más alto, me podría dar un coma hiper-anímico pero por suerte las subidas de moral no son malas para la salud.

Muy buen entreno y muy buena compañía. Alberto, tenemos que volver cuando no haya niebla...



¡¡Viva San Fermín!!




jueves, 1 de julio de 2010

¡¡Qué caloooooorrr...!!

Bueno, pues eso que ya ha llegado el Verano. Hace dos semanas nos parecía que este año se pasaría de largo, pero no señor, ya lo tenemos aquí y ha venido para quedarse unos días, una temporadita. No me quejaré aunque ahora mismo sean casi las doce de la noche y el termómetro marque 28 grados en la calle. Pensaremos en el frío que hemos pasado este invierno y sobre todo disfrutaremos tirándonos a la piscina después de bajar sofocados del Perdón, ¡¡qué gozada amigos!!

Estamos en esos días líquidos y maravillosos, promesa de viajes, de encuentro con los amigos, con la familia, de planes nuevos, de vida en definitiva. El otro día me despedía de mi hijo mayor que se iba unos días a Zarautz con unos amigos. Viéndole subir al autobús, con esa alegría y esas ganas de divertirse que se tienen a los 17 años, me embargaron distintas sensaciones: Felicidad de ver a los hijos crecer y volar sólos y nostalgia de mis andanzas con esos mismos años. Sentimientos encontrados, una sonrisa de melancolía y un pálpito en el corazón pensando en los próximos retos.

Y hablando de lo que viene me acabo de apuntar a la Zumaia Flysch Trail, el próximo 11 de julio, una carrera de 27 kilómetros rompepiernas entre Deba y Zumaia, en la Costa Vasca, por un paisaje de acantilados salvajes como en muy pocos sitios de nuestra geografía quedan, y como muestra echarle un ojo a este vídeo.

Bueno y espero que no nos siente mal este paseo porque el siguiente finde vendrá Isaba: ¡¡La Camille Xtreme!!