Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

viernes, 7 de mayo de 2010

INSSPIRADOS

En mi curro tenemos una Asociación Cultural, la Asociación Leyre, que este año celebra su 25 aniversario. Gracias a las aportaciones de los socios, se ha creado una biblioteca que cuenta con miles de títulos además de películas y música. En su día había bicis, herramientas y hasta tiendas de campaña, pero hoy la actividad se centra sobre todo en mantener los libros, pelis y música más o menos al día, adquiriendo novedades mensualemente. Además se organizan cenorras y alguna excursión de ciento a viento.

A propósito del 25 aniversario, se han acordado de una especie de revista de la que distribuímos TRES números y en cuyo contenido colaboramos unos cuantos compañeros, de eso hace muuuchos años, la revista se llamaba INSSPIRADOS y ahora la Asociación quiere rememorar esos felices tiempos reeditando un ejemplar digital. Para ello me han pedido que escriba un "ladrillo" relacionado con alguna de mis aventuras montañeras y me he acordado de uno que me curré el verano pasado, donde relataba una excursión/entreno por el Pirineo Navarro.

Aquí está, me ha salido un poco largo, como todos mis ladrillos, pero se me da mal resumir:

De Irati a Belagua__ Domingo 6 de septiembre de 2009.



El 21 de junio de 1988 bajé del tren en la estación de Port-Bou (Gerona) para empezar la travesía de los Pirineos. Llegué a Hendaya el 3 de septiembre. ¡¡Setenta y cinco días subiendo y bajando montañas !! Lo que más recuerdo del que quizás sea mi mejor verano son los buenos momentos compartidos con los amigos y con otra mucha gente, gente buena, con la que crucé mis pasos, compartí itinerarios, cimas, refugios y aventuras -que las hubo-. Por supuesto guardo también en la memoria y en un cajón con tropecientas diapositivas, los bellísimos paisajes de los que siempre podemos disfrutar en estas montañas. ¡¡ Qué verano madre mía !!

Y hablando de paisajes y de jornadas inolvidables, de aquella travesía recuerdo la del 26 de agosto: La noche anterior había dormido en el Refugio de Belagua (hoy cerrado), al abrigo de un frío aire Norte que no dejó de escucharse hasta el amanecer, cuando se calmó y nos encontramos un día espléndido con un sol nuevecito y un cielo tan azul que nos hizo olvidarnos de la niebla y del frío del día anterior. Me despedí de una cuadrilla de chavales de Pamplona con los que había pasado los dos últimos días allí y proseguí mi marcha hacia el Oeste en solitario (como el Llanero de la peli ), mi objetivo era llegar a los Chalets de Irati, más allá del Ori, donde mi libro señalaba un refugio de montaña, además de un centro comercial, etc. …

Mis pasos me llevaron por encima del Cuartel de Militares al Collado o Portillo de Arrakogoiti, que me descubrió las Gargantas de Kakueta en el lado francés. En contraste con la visión de tan sombríos precipicios, el camino discurría por lo alto de una montaña amable, de formas redondeadas y sin peligro alguno. Verdes pastizales ocupaban los circos y hondonadas, y por todas partes se escuchaba la esquila del ganado: Vacas, caballos y ovejas aprovechaban la fresca y tupida hierba. En las alturas el vuelo de algunos buitres y rapaces que no sabía distinguir, proyectaba sombras que pasaban rápidas a mi lado y entonces levantaba la vista con prevención, sólo para cerciorarme de que no había ningún peligro en sus evoluciones.

Proseguí la ruta dejando a mi espalda los picos de Belagua para encarar la sucesión de sierras que forman la divisoria política y física de los dos estados fronterizos; esa línea es aquí tan clara que el montañero tiene la sensación de caminar sobre un mapa. El panorama es radicalmente diferente a izquierda y derecha (Sur y Norte) según el sentido de la marcha: Con el Ori frente a mi (el último dos mil de la cadena), a mi izquierda tenía los oscuros bosques que cubren los Valles de Salazar y Ochagavía; la vista se perdía en una interminable sucesión de sierras secundarias hasta la última línea del horizonte, donde sobresalían Peña Izaga, la Higa de Monreal, la Sierra de Alaiz, Perdón, Andía… ¡¡ Y aún más lejos y al Sur el Moncayo !! A la derecha en cambio mi vista descansaba en el verde intenso y más claro de extensos pastizales, interrumpidos sólo por pequeños bosques de hayas y salpicados aquí y allá con granjas y cubiertos para el ganado. Estrechos carretiles de montaña serpenteaban blancos sobre el verde en infinitas revueltas y en las laderas, el paso de los ganados había delineado cada curva de nivel en su tranquilo deambular de un puerto a otro. A diferencia de la vertiente navarra, hacia el Norte las montañas terminaban pronto en la llanura y el horizonte era una línea de bruma azulada que parecía el mar.

Ni a un lado ni al otro distinguía población alguna y a uno le parecía estar sólo en el primer día de la Creación.



Tal es el recuerdo que tenía de esa jornada que con el propósito de rememorarla, además hacer un buen entreno, me acerqué el pasado Verano al Puerto de Larrau. En poco más de una hora desde la Cuenca de Pamplona, llegaba a Ochagavía sobre las 7:30 de la mañana. ¡¡ Cuatro grados de temperatura !! Indicaba el termómetro del coche. Cuatro grados que pasaron a ocho al subir al Puerto de Larrau, a 1573 mts. ¿Inversión térmica? No, viento Sur.

Desde allí se planta uno en la cima del Ori en dos patadas, obligatorio abrir la boca y exclamar con admiración a la vista de la Selva de Irati, que desde debajo nuestra se pierde hacia el Oeste, oscura, interminable. Uno de los bosques de más extensión de Europa. No me encontré a nadie arriba y tras subir el primer dos mil de nuestros Pirineos retorné al puerto, para proseguir hacia Este la ruta que en 1988 hice en dirección opuesta. Pronto me quité la camiseta gorda y a pesar de un fresco aire que venía de Sur, el sol que se elevaba sobre la Mesa, Anie y Petrechema, fue calentando cada vez más.

La sucesión de lomas que componen esta ruta me permitió largos trotes en los llanos y en los descensos, pero las subidas, aún cuando eran de poca pendiente, las superé a buen paso ayudado por los bastones. El terreno es ideal para esta actividad deportiva, pero siempre conviene elegir un día con tiempo seguro, sin lluvias y sin niebla, que tan a menudo visitan estos puertos. Porque además del ejercicio físico, se trata de disfrutar con las panorámicas que van discurriendo a un lado y otro de la ruta.

Tres horas más tarde ascendía la loma final del Otxogorrigañe (1923 mts.) en su cima una montañera francesa me ayudó a distinguir los montes próximos, señalándome las dos cimas de Txardeka o Barazea, y el cercano Lakartxela. - ¿Qué tal es esa cresta? - Le pregunté, mirando al primero de doble cima - ¡Bah! Hasta los caballos pasan por ella - me dijo, dejando clara su facilidad. -Es como una acera de ancha. - . Ella había subido de la parte francesa, donde una pista deja a una hora escasa de la cima y señálándome una férula de plastico en su tobillo me dijo que se lo había roto hacía un mes y que de momento se conformaba con ese paseo.

El panorama precioso: Hacia el Sur un abrupto valle descendía y podía verse al fondo como se cerraba en un estrecho paso: La Foz de Mintxate, sobre el barranco del mismo nombre y que baja hasta las proximidades de Isaba, oculta a nuestra vista. El macizo de Ezkaurre, grande, enorme, que levanta su desolado lomo calizo por encima de las selvas de Zuriza. También se distinguen, pero más lejos el Agüerri, Acher, Bisaurín, Gamueta y Gorreta, Acherito, Petrechema, la Mesa, el Anie… ¡¡Todo!! O casi todo.

¡¡Bueno, pues vamos a seguir!! ¡¡Agur!! - me despido de mi compañera de cima, y me tiro para abajo hasta dar con el GR que me lleva al Collado o Portillo de Utururdinetako (fácil ¿Eh?). El collado está dividido por un cercado y a un lado están dos pastores en amena tertulia, sus respectivos perros juguetean en las proximidades y uno de ellos se acerca amistoso, es como Lassie el de la tele. Les saludo y me responden con simpatía, interesándose por mi excursión, no tienen prisa y lo que echan a faltar aquí arriba es más gente con quien hablar. El más mayor que rondará los 60 es español, mientras que el otro que tendrá poco más de 20 es francés y habla castellano con fluidez; está al cuidado de unas 700 ovejas pero ha llegado a llevar más del doble. Los dos duermen en sus chabolas de la montaña, aunque saben de quien tira de todo-terreno y pista arriba - pistabajo, pastorea los rebaños a base de visitas cada tres o cuatro días.

- El ganado no será suyo - Comenta con ironía el joven. Para él es importante estar encima de los animales el mayor tiempo posible. Me estaría un buen rato con ellos, pero hoy toca deporte, así que señalo al Chardeka encima nuestra y vuelvo a preguntar:

- ¿Hay buena subida? - Si, muy buena - me contesta el francés, pero la cima más alta está detrás.

- Ah sí ya la he visto desde esta otra montaña, pero me han dicho que la cresta es fácil, ¿Es así?-

- Si señor, aunque es aérea y da un poquito de miedo- Me responde sonriente.

El otro pastor le mira divertido y le pregunta: - ¿Pero tú has andado por ahí arriba?

- ¡Sí hombre, no cuesta mucho y hay buena vista! - Sonríe también el pastor joven.

Les doy un apretón de manos y me despido contento hacia mi siguiente objetivo. Son sólo 200 mts de desnivel pero la ladera aumenta su pendiente conforme subo, cada vez más inclinada, afortunadamente la hierba está seca y algunas piedras que salen aquí y allá ayudan en la trepada. Esta montaña es más abrupta que su vecina. Tras algún paso atlético que otro y cuatro resoplidos llego sin muchas dificultades a la primera cima, de 1881 mts. Desde allí puedo ver la cresta que me separa de la segunda: Es aérea pero se anda bien por ella, no es que sea ancha como una acera ni mucho menos, pero… Bueno, se deja hacer. Hay unos metros en los que se estrecha de tal forma que debo seguir por el lado francés, agarrándome bien a la cresta con las manos. El peor paso es bastante aéreo y no hay rocas a las que agarrarse, sino rododendros, unos tirones para comprobar que son seguros y están bien enraizados y continúo sin mucho problema. Eso sí, los bastones los he atado a la mochila, porque necesito las dos manos. ¡¡No creo que haya pasado ningún caballo!! Por fin alcanzo la segunda cima y respiro aliviado porque ya se han terminado las dificultades. Esta travesía no la recomiendo con la hierba mojada, ni con viento fuerte. Sólo hay una pega: Mi gemelo derecho se ha resentido en la subida y me transmite malas señales. Seguramente una leve rotura fibrilar que no tendrá mucha importancia. Pero me joroba un montón porque con esta última ascensión me había animado a acercarme también a Lakartxela. Desisto de tal propósito y desciendo la montaña para dirigirme a media ladera de vuelta al portillo anterior. Los pastores ya no están, habrán vuelto a sus faenas, de modo que continúo la marcha caminando. Me gustaría correr pero el gemelo me duele un poco más, tanto que con un pañuelo improviso una especie de media de compresión, con la que apretando bien reduzco bastante las molestias.



El sol está ahora encima de mi, son exactamente las dos de la tarde y puedo divisar el puerto de Larrau, con el túnel de la carretera y algunos coches aparcados. Me cruzo con una pareja bastante mayor -¿70 años?-, que con grandes mochilas de travesía suben fatigosamente la ladera por la que yo bajo casi silbando. Me preguntan si la HRP (Alta Ruta Pirenaica) sube todas las lomas o las rodea.

- Esta debéis subirla, pero las siguientes que son más altas se rodean, veréis las marcas rojas y blancas - Les digo. Son franceses y no consigo entenderles de dónde han salido -creo que de Chalet Pedro, en la zona francesa de Irati-, pero sí el destino: Quieren llegar al refugio de Linza, en Zuriza. Son bastantes kilómetros con esas mochilas y ese calor, pero pienso que todavía quedan más de 6 horas de luz y que pueden llegar, aunque será una paliza. Me despido deseándoles “Buena Marcha”.

A las tres llego al coche. Los 21º de temperatura en el Puerto pasan a 25º en Ochagavía y a 29º en Pamplona. Todavía tengo tiempo de darme un chapuzón en las piscinas de Zizur.

¡Una excursión para repetir cien veces más. La próxima espero que sin “lesiones”.

Más afotos aquí.

2 comentarios:

  1. Hola.

    Llego a tu blog a través de Eugenio, un compañero del Club Ecosport de Avila, también diabético, que me lo recomendó. Enhorabuena por él: estupendas fotos y manera de narrar carreras y salidas montañeras. Te visitaré a menudo.

    Un saludo. ;-)

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  2. ¡Hola tocayo! Muchas gracias por tu comentario, yo tambien me he asomado a tu página y veo que compartimos muchas más cosas además del nombre. Espero que esa bonita canción de Celtas Cortos de paso enseguida a otra menos melancólica y más alegre como... Por ejemplo ésta: http://www.youtube.com/watch?v=-zcOFN_VBVo&feature=player_embedded

    ¡¡Un abrazo!!

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